Los
adolescentes se sustraen de la lectura, no ‘se comen los libros’, simplemente
estudian para los exámenes. Y como la ideología de la evaluación se traduce en
constantes pruebas de evaluación, los adolescentes encuentran la excusa de que
no tienen tiempo para la lectura. Hacer creer que se puede estudiar sin leer es
uno de los grandes logros de un sistema educativo que consigue bulimia de
conocimientos académicos pero anorexia lectora.
Con
frecuencia encontramos adolescentes incapaces de recordar el título de los dos
o tres últimos libros leídos. A lo sumo diferencian los libros leídos
obligatoriamente de los libros elegidos voluntariamente, y se constata que si
leen lo hacen por obligación. Hoy nadie discute la idea de que los adolescentes
ya no leen.
Obligados
a estudiar, de nada sirve si no se logra encontrar placer en el estudio, más
bien el odio a los libros. Es un fenómeno idéntico al de comer por obligación,
el ser atiborrados de papilla asfixiante, cuando los adultos confunden los
cuidados con el don de amor lo que se obtiene es un rechazo alimenticio. La
modalidad de rechazo al alimento puede ser ora como instrumento de separación
de los adultos, ora como modalidad defensiva, o bien como forma de pedir otra
cosa que no alimento, y finalmente como un simple goce ilimitado que consiste
en mostrar un deseo insatisfecho, en desear no satisfacer el deseo del Otro.
Eso
que se obtiene en la anorexia con ese rechazo, trato de traspasarlo a la
anorexia lectora de los adolescentes que nos rodean, busco la explicación a su
rechazo a leer, a comerse los libros.
Entiendo
por un lado que no lean por imitación, puesto que no ven a demasiados adultos
lectores a su alrededor, pero no siempre es así, y a veces, por más que vean en
su entorno amor por la lectura, se presentan como lectores anoréxicos. También
entiendo que la prisa actual va contra el relato y la espera, pero pienso
también en otros motivos más profundos para esta epidemia de anorexia lectora.
Goce
apasionado por la ignorancia, un exilio de la cultura, una forma de separación
del mundo de los adultos, un refugio en las sucesivas guaridas adolescentes. O
una forma de defensa, de amurallarse el adolescente anoréxico lector (como hace
el fóbico), resguardándose de los peligros que intuye en la lectura.
Quizá
el peligro de la anorexia lectora del adolescente sea tan grave como el rechazo
alimenticio y de la misma guisa que el rechazo a jugar del niño pequeño y el
rechazo a reír del adulto.
1 comentario:
He de decir que me ha encantado el tema y sobre todo la manera en la que lo abordas. Un saludo
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