lunes, 24 de julio de 2017

Piense en los demás



                  Una campaña de los años sesenta partía de ese lema,piense en los demás, reclamando respeto y consideración con el de al lado.
                  Hoy parecería una antigualla evocar formas, educación, urbanidad, cuando con las mejores maneras, el mejor semblante y la ropa más cara, personajes con cargo público han ido cometiendo variados delitos de porcentaje con exquisito refinamiento. El pensar en los demás referido a cuidar de no molestar con ruidos, o ceder el asiento en el autobús, ha dado paso en monsergas obvias acerca de lo inconveniente de apropiarse de fondos públicos que hubieran podido destinarse a hospitales, una vez que fueron deslegitimadas por ideológicas campañas éticas a lo Kant. Y menos a lo Spinoza.
                   En lo que todos parece que estamos de acuerdo es en que algo hay que hacer para poder viajar en un tren sin que el de al lado ose hablar a voces por su querido teléfono. Algo habría que hacer para poder correr por nuestros parques sin que un perro nos asalte o pasear tranquilamente sin pisar sus desperdicios. Algo convendría inventar para no tener que sufrir conversaciones de las otras mesas en un restaurante. Y algo cada día más insoportable para demasiada gente, el atroz espectáculo de niños y padres discutiendo en los escenarios públicos más variopintos, especialmente en esos momentos de remanso y paz donde la mayoría está leyendo un libro, y la llegada de un solo rapaz y sus dos avezados admiradores pone fin al concierto de vida interior que se estaba celebrando.
                  Un joven educado, que cede el paso, habla en voz baja, da intermitentes, calcula si puede perjudicar a alguien, pierde su tiempo en ayudar anónimamente, tiene en cuenta al otro y que no todo vale, y sobre todo, acepta por doloroso que sea para su ego, que finalmente los demás existen, sería un joven 

No hay comentarios: