Diarios
Diario: narración de
acontecimientos distribuida por días; particularmente, la escrita por una
persona de su propia vida. María Moliner no falla, y precisa como nadie en su
Diccionario lo que queremos expresar. No niego lo validos que a efectos del
conocimiento humano, de los hechos históricos, de la historización de las ideas
y costumbres resultan los Diarios. Pero
he de confesar mi pudor al correr sus páginas, es como si penetrara en un
recinto en el que el lector no pinta nada sino como mirón.
Tampoco niego el
placer de la lectura de un buen Diario, bien escrito. La novela en marcha que son los Diarios
del escritor leonés Andrés Trapiello son un paradigma actual. Estoy con el
último, Seré duda (Pre-textos, 2015),
que son su Diario del año 2005, y
procuro intercambiarlo con Los
hemisferios de Magdeburgo (Diario de 1994), y con El Tejado de vidrio (Diario de 1989). Y de esa mezcla salen pequeñas
historias e ideas a borbotones, porque el escritor Trapiello será de los
grandes, si es que ya no lo es, a pesar del aparente destino minoritario de sus
escritos, sabiendo como sabemos que la lectura es algo que practica una inmensa
minoría.
De los Diarios secretos de Wittgenstein se ha
dicho que son importantes para comprender el Tractatus, obra esencial de la filosofía. Pues bien, tengo
subrayado en ellos una entrada de septiembre de 1914, cuando el filósofo
embarcado en el ejercito y patrullando por el ‘Vístula’ sorprende cuando
explica que «cuando mejor puedo trabajar
ahora es cuando estoy pelando patatas. Siempre me presento voluntario para
hacerlo. Es para mí lo mismo que fue para Spinoza el pulir lentes». No he
encontrado mejor definición del trabajo intelectual.
Y también el escritor
húngaro Sándor Márai en sus Diarios
1984-1989 nos maravilla narrando sus últimos años: «20 de agosto. Vida social. Vienen a verme curiosos…Se asoman al pozo de
la vejez. Todavía no saben que el viejo prefiere la soledad porque es lo único
que no le aburre».
Quizá ya no siga la insistente
recomendación de un librero y no lea Diario
de un viejo loco, de Tanizaki, pero porque lo empecé mal, supongo. Porque
un Diario hay que empezarlo por cualquier sitio. De hecho Trapiello afirma
escribir Diarios para hablar de cosas pequeñas incluso si le sucedieran grandes
cosas las contaría, dice, como si fuesen pequeñas.
Lo que ignora
Trapiello es que las grandes cosas nunca acontecen en nuestra vida. Únicamente pelamos patatas, pulimos
lentes, somos curiosos, preferimos la
soledad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario