¿Cuántas personas nos
han amado incondicionalmente? Respondernos sin engaño define bastante lo que
somos. Y lo que podemos llegar a ser.
Todos los amores
suelen ser a cambio de algo: reciprocidad la mayoría. Pero ese amor que no
espera nada a cambio, que no pone condiciones, que se recibe siempre y en todo
momento a pesar de nuestras mala cabeza, o de nuestros reprobables actos, incongruencias
y malos días. Pese a todas nuestras inexactitudes y miserias, el amor
incondicional se conduce de igual modo desde el primer día.
Así es el amor de
alguna abuela, por ejemplo. Cuando todos están furiosos con nosotros ella sigue
allí. Cuando el adolescente da guerra, dispone de un refugio en casa de esa
abuela que sabe que le está esperando con la mejor de sus sonrisas. Cuando enferma
no piensa en su dolor, sino que se le ilumina la cara cuando su querido nieto
se apresta a visitarla. Esa abuela que nos amó a cambio de nada, nos hizo ver
lo imposible de volver a recibir un amor de esa naturaleza nunca jamás.
El amor condicional, sin
que le restemos por ello mérito, a cambio de ser compensado con signos de amor,
con palabras y gestos amistosos, será ya el amor más corriente.
El amor sin
condiciones es un auténtico misterio. Bueno, en realidad el enigma del amor
radica en que no sabemos nunca qué contiene en realidad. Son como «el vuelo de
un pájaro dorado y sin rumbo», en genial acierto poético de mi querido Gustavo
Martín Garzo.
Por eso cuando se
termina el amor, los amantes se quedan como Fernando Pessoa, «pasmado cuando
acabo alguna cosa». En realidad no entendemos cómo el amor se puede acabar,
pero es la condición de amor la que ha periclitado. Se amaba a un rostro joven
que ya no lo es, se amaba a un tipo rico que ya puede no serlo, se amaba a
alguien admirado que pasa al desprecio, se amaba para esperar algo a cambio. El
amor es en buena parte muy narcisista, muy de ida y vuelta, muy especular, muy
fusional. Se ama lo idéntico y se vive muy poco amable tanto lo diferente como
las metamorfosis del otro. Lo clavó Tomás Segovia, poeta
y traductor, en Bandera: «Mi nostalgia
vasta y caprichosa. Mi amor ingenuo y mi fidelidad irónica».
Quien nos amó incondicionalmente
mostró que le traía al pairo nuestra imagen, nuestro agalma, nuestro dinero, y nuestras insignias de prestigio. Nos amó
para retarnos a encontrar alguien a quien amar incondicionalmente.
Publicado en DIARIO PALENTINO el jueves 10 de marzo de 2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario