jueves, 5 de diciembre de 2013

Habitación de invitados

Es una tradición poderosa, un uso de una cierta lógica, y de una elegancia y cortesía indudable. Una habitación destinada en algunas casas para uso de invitados ocasionales.
 
Quizá haya casas en las que esta habitación no sea posible porque falta espacio. Eso no quiere decir que no se reciba a invitados, porque de siempre la gente se apañó para tirar un colchón al suelo, para habilitar una cama turca, o para hacer de un sofá más o menos grande, de acomodo al amigo invitado.

A veces el nido vacío que dejan los hijos al marcharse de casa, convierte a esos refugios, antaño repletos de algarabía infantil, en habitación libre de servicio, a la espera del regreso puntual de los hijos, y que ocasionalmente también sirve para el invitado amigo.

En otras ocasiones el destino de la habitación de invitados es servir de tránsito, como en los aeropuertos, mientras arrecia la bronca de la pareja. En este caso el invitado es uno mismo, que se alimenta de esa distancia tan necesaria para evitar provisionalmente mayores distancias.

Pero pensemos en los casos en los que la habitación de invitados no se utiliza nunca. Me he preguntado que a quién se espera, y me he respondido que al gran invitado, que para cada quien es una figura imaginaria de distinto peso.

Christian Bobin diferenciaba una palabra de príncipes y una de mendigos, siendo ésta última la que "contiene en ella el vacío suficiente, de espacio, de silencio, para que el primer llegado se deslice en ella encontrando allí su bien", la palabra que hace posible "la llegada de algo distinto a ella misma", y añade, esa "vieja tradición de poner en la mesa un plato de más para un visitante imprevisto". Muy bien, pues eso mismo pareciera ser la habitación de invitados que nunca se usa, que espera al visitante que nunca llega, al invitado que nunca aparecerá. O sí.
                                                                        
El invitado soñado, el invitado ideal, nunca llegará. Pero es gracias a eso que nuestros sueños pueden seguir existiendo. Y así, la habitación de invitados cumple por sí sola la función de imaginar otros mundos, en los que la habitación de más nos recuerda que alguien siempre nos faltará.

Y que alguien siempre está por llegar. 

Publicado en DIARIO PALENTINO el jueves 5 de diciembre de 2013.





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