PUBLICO AQUÍ LA CARTA DE JACQUES-ALAIN MILLER a ALAIN BADIOU aparecida en las Listas del Campo Freudiano, por su interés intelectual. Se trata de responder a la cuestión que recientemente me preguntaron en dos entrevistas de Radio, muy diferentes, acerca del papel de los intelectuales en nuestra época. El ejemplo del valor y la enseñanza de Jacques Alain Miller en esta carta merece detenerse a leer.
CARTA ABIERTA A PETER HALLWARD
Paris,
Feb 26th 2013
Querido
Peter Hallward,
Gracias por
enviarme sus dos volúmenes de Cahiers
pour l’Analyse, hermosamente editados.
Los recibí cuando estaba
profundamente inmerso en una campaña de opinión pública a favor de la
liberación de una colega iraní, Dr. Mitra Kadivar, internada en un hospital
psiquiátrico en Teherán.
Sin embargo, conseguí leer el
segundo volumen poco a poco. Lo terminé hace dos días. Me hizo sonreír mucho.
Luego menos.
Hubiera podido aclarar algunos
episodios menores. La batalla sobre “Causalité métonymique” se discute
apasionadamente medio siglo después. Y “Suture”. ¡Increíble!
Algunas veces parece que
estuviera muerto, y que todo el mundo diga que quiere mi pobre yo muerto,
indefenso mientras yace muerto como un ratón muerto (un rat mort). Pero no
estoy con mi cuerpo. “On entre dans un
mort comme dans un moulin”, dijo, en una famosa frase, Sartre en su Flaubert. Leyendo el segundo volumen, he
sentido que estaba en este molino. No se olvide, querido Peter, que mi nombre
es Miller. Molinos y vientos han sido siempre importantes para mí. Un dios del
viento de Albrecht Dürer es el símbolo que di a la Asociación Mundial de Psicoanálisis.
Si le digo aquí mismo de dónde procede, y nadie más puede, sabrá que lo escogí,
y nadie más. Es Africanus, del Welkarte
de Johannes Stabius, el humanista y cartógrafo australiano que ilustró Dürer.
¿Lo ve?
Lo mismo con “Causalité
métonymique”. No, no era común entre nosotros, no fue una invención colectiva,
ni una apropiación delirante de un joven vanidoso. Durante ese período me
estaba preparando mi agregación en filosofía, vivía en el campo, en un pueblo llamado
Clairefontaine, cerca de Rambouillet, inmerso en mis libros de filosofía y
aprendiendo griego. Mi padre había querido que estudiara español, además de
inglés, en lugar de griego (en el sistema francés entonces no podías aprender
griego si estudiabas latín y dos lenguas vivas). Había desistido ser parte de Lire le Capital por varias razones. Una
de ellas era que estaba intentando concentrarme en la preparación de la
agregación, que los otros habían ya pasado, yo era al menos tres años más joven
que todos los demás.
Por lo tanto, ese año vi muy
poco a mis amigos. Iba a París una vez por semana, los miércoles, para asistir
al seminario de Lacan, y al de Derrida de preparación a la agregación, y para follar
con mi joven amante –la misma chica de la que habla Althusser la vez que vino a
verme ese año a Clairefontaine con la pobre, infeliz, Hélène. Se tomó en serio
lo que le dije bromeando sobre esa bella chica que cogía flores en el jardín:
“Se inventa un concepto cada día”. Estaba completamente loco, como muestra su
comentario a esta frase en su libro L’Avenir
dure longtemps. Yo era un cerdo.
Aún te amo, querida A*. Tu
hermana me contó que me odias desde que me casé con Judith un año después,
deprisa, ya que estaba embarazada de Eve. Eres mi remordimiento. Aún recuerdo la
mancha roja en mi cama en la rue d’Ulm.
Hay poco sexo en sus
entrevistas con la pandilla de normaliens.
Hagámoslo más picante. Nuestros predecesores existencialistas eran menos
mojigatos. Algunos de los nuestros eran monjes. Badiou no lo era. Yo tampoco.
Yo pensaba que para ser un pensador serio había que ser soltero y sin hijos.
Entonces me casé con 22 años –el día 12 de noviembre de 1966—y fui padre a los 23 –el 29 de mayo de 1967. Y
eso es por lo que nunca me convertí en un pensador serio, sino que me quedé
como siendo normalien juguetón,
disfrutando de los bulos, como preparación para la práctica del psicoanálisis.
Si entonces Althusser escribió
un agradecimiento especial en relación a la “causalité métonynique” al principio de Lire le Capital –ese párrafo desapareció de las ediciones posteriores—fue
porque, en esos tiempos, todo el mundo admitió mi reclamo. Pero, no obstante,
no era un ladrón tampoco. Nunca entonces conté la historia en público.
Cincuenta años después, la historia es apasionante. Usted la hace así en el
segundo volumen. ¿Se levantará el responsable principal de entre mis amigos y
contará él mismo la historia? ¿O debo hacerlo yo mismo?
Recuerdo muy bien que usted me
invitó reiteradamente a responder a sus preguntas y me invitó a su Coloquio. No
me molesté ni en negarme. Timeo Danaos et
dona ferentes. Temía el advenir de la Historia. Sentía que no era uno más
del pasado, sino uno del futuro. La generación siguiente. Laissez les
morts enterrer les morts. Pourquoi
rappeler à la vie ces ombres poudreuses, moi à 20 ans, delgado y esbelto,
con mucho cabello y casi “traînant tous
les cours après soi”. Roland
Barthes se enamoró de mí. Por lo que se decepcionó cuando le dije que me
gustaban las chicas. “¿Desde cuándo eres así, Jacques-Alain?” Gloria me contó
que la primera vez que fui a la calle de Lille con uno de mis mejores amigos de
la rue d’Ulm, nos anunció a Lacan diciendo “Los dos maricones (pédés) están
aquí”.
No, yo no quería confesarme
públicamente en Middlesex y contar mi historia. No beneficia a un analista.
Pero no puedo dar la espalda al joven Miller tampoco cuando lo veo falsificado.
La mayor parte de las veces, mis viejos amigos de hace cincuenta años lo hacen
por ignorancia, porque no se enteraron de las triquiñuelas. Unas pocas veces
hay solo malicia. Pero una palabra destaca: renegado.
Mi buen amigo Badiou, cuya
entrevista cierra el segundo volumen, me cuenta entre los renegados. Eso no lo
toleraré.
Encontrará la palabra en la
primera línea de la última página del segundo volumen, p. 290. Es el disparo
que parte: “la flèche du Parthe”, el
“point de capiton” de toda la
empresa.
“Objeto, ¡su Honor!” ¿Hay
honor en Alain Badiou? Eso, ya lo veremos. Eso, lo comprobaremos. Esa será la
prueba crucial de la vida, de las hazañas y de las fechorías de Badiou.
Hace algunos años, cuando
Badiou odiaba a Milner y Milner odiaba a Badiou, les pedí a ambos su
contribución para un pequeño libro sobre Lacan que quería publicar. Milner dijo
que sí. Badiou –y Zizek, mi exanalizante—dijeron que no. Badiou me reprochó querer ser “l’ami de tout le
monde”. Sí. Intenté ser el
vínculo entre ellos, a pesar de ellos. Ya no. Me siento desafiado y
traicionado. Ya no voy a aguantar más. Como Peter Finch, “el profeta loco de las ondas”, canta en Network, “Estoy hasta las narices y no
voy a aguantar más”.
¡Que
tengas un buen día, Badiou! No te escaparás de mis garras. Mis garras
intelectuales. ¡Bas les masques! ¡Que
caigan las pretensiones!
Ayer por la tarde, lunes 25 de
febrero, como Regnault no había recibido --¿cómo es posible?—los dos libros, le
di una fotocopia de las entrevistas con él y con Badiou. Además de otra
fotocopia de otra entrevista que Badiou concedió a un autor francés, Eric
Hazan, donde la cuestión de los renegados muestra su cara: ¡JAM es un
chaquetero! JAM y su hermano Gérard son Rastignac. Solo buscaban el poder. “Esa gente (ces gens) eran deshonestos”.
Etc.
¿Quién eres tú, Badiou, para
hablar de mí y de mi familia –Gérard es la única familia que me queda desde mi
infancia—en esos términos? ¿Las palabras significan algo para ti? Me acuerdo
que una vez dijiste: “Escribo como me cepillo los dientes”. Me quedé
impresionado entonces. Eso era una afirmación de verdad. Pero demuestra,
Badiou, demuestra que escribes como el que se cepilla los dientes. Pero para
cepillarte los dientes, es necesario tener dientes ¿verdad? El duelo es una
tradición aristocrática. Si pudiera te mandaba mis testigos, lo haría. Lo hago
intelectualmente, ya que somos los dos intelectuales.
Esto será una lucha
intelectual a muerte. O te retractas o dejaré las cosas claras, con todos los
detalles pertinentes.
El correo que mandé ayer por
la noche a Regnault está ahora circulando por toda la Red, a través del Campo
Freudiano. Querido Peter Hallward, estoy dispuesto a tener con usted una
extensa entrevista sobre Cahiers pour
l’Analyse. Navarin/Le Champ freudien éditeur financiará nuestro encuentro y
lo publicará en francés. Si interesara,
Verso lo podría publicar en inglés. Este libro se traducirá al español,
italiano, portugués, ruso.
¿Está usted aún interesado en Cahiers pour l’Analyse y el papel que yo
tuve? Si la respuesta es sí, soy su hombre.
Suyo con estima y expectativa,
Jacques-Alain Miller
Traducción: Neus Carbonell
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