miércoles, 6 de junio de 2012

DIARIO PALENTINO: Un mundo sin sueños



Este es el artículo completo publicado en DIARIO PALENTINO, del que se ha hecho eco el BLOG Curiosón. 

Se me han atravesado unas palabras de Gustavo Martín Garzo escritas en un artículo que publicó en prensa, y que comento para un monográfico de una Revista que va a glosar su obra. Y mira que el artículo de marras es interesante de cabo a rabo, pero por alguna razón estas frases no se me van de la cabeza: "Es cierto que el mundo que nos ofrecen las oficinas de viaje y las promociones de la banca poco o nada tiene que ver con el mundo oscuro de los cuentos de hadas, pero a cambio, como diría Chesterton, es mucho menos interesante. Un mundo sin sentimientos ni memoria, un mundo sin desatinos ni sueños puede que fuera menos perturbador que el nuestro, pero ¿de verdad merecería la pena vivir en él?"
Puedo aceptar un mundo alejado de los sentimientos y centrado en las conductas observables y en los actos mudos, es más, nuestro mundo parece por momentos frío y alejado de los sentimientos de la gente, al servicio de la codicia y de la acumulación de bienes. Puedo entender un mundo sin memoria, cual que muchos de los propósitos de los tecnócratas, y lo que es peor de los calculadores de los programas educativos, parecen preferir el olvido a la memoria, el curriculum objetivo lleno de datos secos, a la historización subjetiva y la memoria colectiva. Puedo hasta creer en que el cálculo frío de los protocolos que parecen tener atadas todas las contingencias y todos los imprevistos, puede acabar con un mundo sin desatinos, sin sorpresas, sin azar, sin giros imprevistos, un mundo seguro, dicen, sin accidentes, con eso que tanto les gusta de las prevenciones, que no es sino un nuevo ardid para la vigilancia y el control desde la infancia.
Pero se me hace cuesta arriba pensar en un mundo sin sueños. Me es imposible aceptar que nuestros más jóvenes no van a encontrar ningún dispositivo donde puedan ir a contar sus sueños, por más bizarros que aparezcan. Me es indigerible confiar en quienes son tan poco realistas que creen posible una sociedad que no sueñe, que no anhele, que no fantasee, que no imagine un mundo diferente. Porque será una sociedad más exacta, pero sin poesía, sin desatinos, sin error, sin lapsus, sin chistes, sin olvidos, sin actos fallidos, sin la freudiana psicopatología de la vida cotidiana, la vida será un muermo, un Walden dos. Un mundo sin sueños es la oferta única del positivismo cognitivo-realista que nos gobierna. Pero si, como diría un gallego, 'eo que hay', ¿merecería la pena vivir en él

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