Por las mejores razones he recordado el libro de Kantorowicz, así titulado,
Los dos cuerpos del Rey. Su tesis parte de un hecho histórico, un litigio por
la posesión de unas tierras. Todo empezó a raíz de una causa judicial en el
Ducado de Lancaster que obligaba a definir los dos cuerpos del Rey. Y se definieron
así: «…ningún acto que el Rey realiza en su condición de Rey, podrá ser anulado
por razón de su minoría de edad. Pues el Rey tiene en sí dos Cuerpos, un Cuerpo
natural y un Cuerpo político. Su Cuerpo natural (considerado en sí mismo) es un
Cuerpo mortal y está sujeto a todas las Dolencias que provienen de la
naturaleza y del Azar; a las Debilidades propias de la Infancia o la Vejez, y
todas aquellas flaquezas a las que están expuestos los Cuerpos naturales de los
otros hombres. Pero su Cuerpo político es un Cuerpo invisible e intangible,
formado por la Política y el Gobierno, y constituido para Dirigir al Pueblo y
para la Administración del Bien Común, y en este Cuerpo no cabe ni la infancia
ni la vejez ni ningún otro defecto ni Flaqueza natural a los que el Cuerpo
natural está sujeto, y por esta razón, lo que el Rey hace con su Cuerpo
político, no puede ser invalidado ni frustrado por ninguna de las incapacidades
de su Cuerpo natural». Y también: «…el Cuerpo político encierra el Cuerpo
natural…estos dos cuerpos están incorporados en una Persona…».
Puestas así las cosas, la actualidad de esta semana pasada, en la que también
por las mejores razones, sin duda el vecino ilustrado ha hablado o pensado en su
Rey, la verdad es que únicamente resta esperar el desenlace sin ansiedad: «Pues
es superior el cuerpo político sobre el cuerpo natural…y la separación de uno y
otro se efectúa en el momento de la muerte».
Muchas de nuestras celebraciones, fiestas, onomásticas, estatuas, mitos y
ritos, tienen que ver con la muerte, con la inmortalidad, y con el Rey. Pues, es
cierto, un Rey es un símbolo, y el cuerpo político del Rey es invisible en
tanto 'Corona non moritur'.
Siempre es muy ilustrativo conocer las especiales relaciones subjetivas que
cada vecino ilustrado tiene con su Rey. Nos aportan lo esencial acerca de cómo
somos cada uno. Al menos cuántas dosis tenemos de Hamlet y cuántas de Edipo.
Publicado en DIARIO PALENTINO el jueves 19 de abril de 2012
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