miércoles, 29 de febrero de 2012

Leer para vivir

Desconozco dónde Flaubert habla de leer para la vida, supongo que en 'La educación sentimenal'. Pero un columnista ha rescatado esta idea del novelista: 'No leer para divertirse como los niños, ni para instruirse como el ambicioso, lee para la vida'.

Una vieja idea aconseja no leer ningún libro que no tenga al menos cien años de vida, y algunos, como Van Doren, en su excelente 'Breve historia del leer', afirma haber tenido presente ese principio y desobedecido pocas veces, con el argumento de que los buenos títulos se abren paso entre una avalancha de libros prescindibles. Puede ser, pero no es incompatible con leer a nuestros contemporánmientras mientras discurren nuestros días.

Benet no estaría de acuerdo con Flaubert en lo de la diversión, pues preconizaba una literatura para evadirse, para la satisfacción, y a fuer que lo logró con su rigor a lo Faulkner, especialmente en 'Región'. Pero lo de encontrar un sólo niño que no lea para divertirse sino que lea para leer, buscando en la lectura el sentido de la lectura, tanto como el sin-sentido, es un imposible, no hay apenas niños así, y cuando surge un niño que lee para vivir, estamos ante un diamante a pulir. Ni entre superdotados he encontrado muchos lectores consumados.

Respecto al ambicioso que usa de la lectura exclusivamente a sus fines, que sólo lee los apuntes, y los que entran, que lee un libro si le obligan, estamos rodeados de figuras así. Se acabó el estudiante lector. Las bibliotecas de los jóvenes mayoritariamente son inexistentes o famélicas, y han sido sustituidas por fotos, objetos recibidos en los cumpleaños, y 'gadgets', y leer lo entienden como un instrumento para obtener una rentabilidad futura, por eso preguntan siempre para qué sirve algo, qué utilidad práctica hay en hacer algo. De ahí su desdén por la poesía o el teatro. Incluso los idiomas los estudian por interés mercantil. Por ello parece genial Flaubert cuando preconiza un leer para la vida, un leer como parte indisoluble de nuestras horas. Sin más objetivo que unir a nuestra rutina de vida, el libro cotidiano. Esta semana que me sumergo en 'El mapa y el territorio', y en el 'Yo confieso', noto que cuando emergo vengo de muy lejos: un viaje extraño.

Machado se refería a viajar ligero de equipaje para aclarar una posición subjetiva de rechazo a la codicia, al absurdo del almacenamiento de capital y de objetos. Flaubert y Machado vienen a decir lo mismo: leer es vital.

Publicado en DIARIO PALENTINO el jueves 2 de febrero de 2012.

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