jueves, 28 de abril de 2011

Libros de papel

Son reliquias del pasado. Pesan, ocupan, pueblan nuestras paredes, se pierden, y encima cuando les prestamos no nos les devuelven. Y además son caros. Se cierran librerías y las bibliotecas pueden ser museos más que espacios con futuro. Los libros de papel parecen vivir sus últimos años para ser reemplazados por los libros electrónicos.
Los nostálgicos o quienes no toleran los cambios opinan de los libros de papel lo que opinaron del ascensor, del ordenador, del teléfono móvil y de Twitter. Que ellos seguirían subiendo a pie, que nunca abandonarían a su querida Olivetti y que jamás se comprarían un celular ni se darían de alta en Twitter. Años más tarde se les ve tecleando el portátil mientras les suena el móvil y preguntan interesados por el fenómeno sociológico de las Redes Sociales. Algunos ya no es que suban en ascensor sin agobios sino que hasta montan en avión.

Todo eso está muy bien pero lo cierto es que cuando llega el Día del Libro de nuevo nuestras bibliotecas hacen hueco a más libros de papel. Por aquí han hecho su entrada El holocausto español, de Preston, junto a El Imperio español de Carlos V, y La Guerra Civil, de Hugh Tomas, recién llegados de esa efeméride. Tendrán que esperar turno junto a Lecturas de la página en blanco, de Bassols y El autoritarismo científico, de Peteiro. Y no olvidamos Extimidad, de Miller ni El despertar y el exilio, de Lacadée.
Entonces qué hacer con este objeto-libro que nos ha acompañado desde siempre, cómo decirnos que se acabó, que el mismo libro de papel lo encontramos electrónico, que pesa menos, podemos regalarlo una y otra vez, subrayar, leer por las noches sin molestar, copiar y pegar, buscar rápidamente un párrafo o almacenar en dispositivos cada vez más sofisticados.
Y además tenemos el dilema de los viajes. Acostumbrados a hacerlo aporreando libros, progresivamente hemos ido optando por el iPad. En las distintas aplicaciones encontramos varias bibliotecas, al margen de toda la prensa y todas las Revistas. En fin. Pero si viajamos con el iPad y nos damos cuenta de que vamos...sin libros... es porque aún pensamos que los únicos libros son los de papel, tenemos eso muy interiorizado. No queremos admitir que hay libros electrónicos y... libros de papel.
En Nadie acabará con los libros, Umberto Eco dice que el libro ha superado la prueba del tiempo. Pero añade, quizá sus páginas dejen de ser de papel. Pues eso.  

Publicado en DIARIO PALENTINO

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