jueves, 3 de marzo de 2011

Teoría de la paciencia

¿Qué puede haber -me pregunto- detrás de un objetivo fotográfico, sino una teoría de la paciencia, de la penetración y de la duración del mirar? José Ángel Valente 'dixit'.
Poca actividad más paciente que la fotografía, sin duda. Una época impaciente no ve con buenos ojos al paciente. Un elogio de la paciencia pasaría por poner en valor su virtud humana, reñida con la eficiencia mercantil que propende a la acción impulsiva, hiperactiva.
Esperar parece pasar a mejor vida. Ya nadie espera. La sala de espera es una sala de tortura para el moderno hombre impaciente de nuestros días.
Que conste que no confundo paciencia con lentitud.

El lento puede ser especialmente impaciente. Mientras que el veloz puede ser muy paciente.
Una buena teoría de la paciencia pasaría por identificar al sujeto paciente diferenciándolo del sujeto obsesivo dubitativo, del postergador, del recapacitador compulsivo, del lento modélico, e incluso del calculador. El sujeto paciente sabe esperar al otro del mismo modo que espera la sorpresa de su propia subjetividad.
Julio Cortázar decía que "entre las muchas maneras de combatir la nada, una de las mejores es sacar fotografías, actividad que debería enseñarse tempranamente a los niños, pues exige disciplina, educación estética, buen ojo y dedos seguros".
En ese programa de enseñar paciencia no vendría mal enseñar fotografía. Porque, ¿se puede atrapar en unos ojos la mirada de la locura? ¿Cabe una vida entera en un gesto fugitivo pero fijado para siempre?
Cuando Cartier-Bresson fue a Venecia a fotografiar a Ezra Pound se encontró con media hora por delante, y en todo ese tiempo el viejo poeta no abrió la boca. No hacía falta. Capturar el instante y el rostro de alguien no precisa de otro lenguaje que el de la paciencia.
No es la única profesión que requiere una adecuada teoría de la paciencia.
Podría citar otras tres, la de escritor, la de psicoanalista y la de farero. La primera depende de la inspiración, y no siempre pilla trabajando. La segunda requiere toda una vida de perplejidad y de amor al inconsciente y sus formaciones. La tercera, pese a ser el viejo sueño de muchos, contemplar el mar, parecía en extinción, aunque ahora suscita el interés de los jóvenes. Si el farero ayudaba en los naufragios, las otras profesiones de la paciencia, fotografiar, psicoanalizar, escribir, tambien lo hacen. Otros tipos de naufragios, los producidos por la época de la impaciencia generalizada.

Publicado en DIARIO PALENTINO el 22 de febrero de 2011.

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