miércoles, 9 de marzo de 2011

Los rígidos

Pueblan los espacios. Hay abogados rígidos, periodistas rígidos, maestros rígidos, padres rígidos, médicos rígidos, enfermos rígidos. Y cuando se juntan dos rígidos, ya se sabe, nace una nueva rigidez. Lo diré rápido: son insufribles.
Acaso les suene su vocabulario favorito, las palabras que más usan: exigencia, control, eficacia, orden, disciplina, puntualidad, absoluto, exactitud, rigor. Palabras de las que se han apropiado como patrimonio exclusivo cuando nos pertenecen a todos, forman parte de un modo de relación que también puede ser flexible. Pongamos el orden.
Acérrimos del orden, de acuerdo, pero olvidadizos de Bergsson, ignoran su exquisita diferencia entre el orden vital y el geométrico.
Pongamos el rigor. Forofos del rigor, de acuerdo, pero ignoran a Lacan y su brillante enunciado, la conjetura no excluye el rigor.
Las frases que más usan: 'las cosas son como son', 'no le busques tres pies', 'hay que hacer las cosas perfectamente', 'en el trabajo nada de risas, seriedad absoluta', 'no le des más vueltas', 'no te fíes de nadie', 'siempre se hizo así', 'nada de dar confianzas que les das la mano y te cogen el brazo', 'quien bien te quiere te hará llorar'. Frases que en sus labios son una serie amenaza para la convivencia.
Un rígido sacude al flexible siempre por lo mismo: 'tú eres don concedes y así te va'. El flexible se defiende: 'hay que comprender al otro', aunque de nada le sirve su apelación a la escucha.
Dos son las bestias pardas del rígido, los libros y los viajes.
Con los primeros suele tener filias y fobias bien clasificadas para que no se mezclen, y no verse contaminado por opiniones de autores que no son 'las que hay que tener', del mismo modo que ama los relatos con final claro y odia la paradoja y las versiones múltiples, 'todas tramposas', pues las cosas sólo admiten una versión, la suya.
En cuanto a los viajes, al rígido le pasa lo que al nacionalista, no puede comprender cómo en otras latitudes la cultura tiene otros laberintos, otros usos, a los que denominan 'raros', pues no son los de su terruño, no son los que se esperan. Por ello ansían volver pronto a su territorio, a su jardín de Rousseau, a su pensamiento fuerte, a su tierra natal, a su casa natal.
He observado en el ex-rígido tanto un lamento por el tiempo perdido encerrado en su laberinto de axiomas, como una certeza, la rigidez se cura. Añadiré, porque no es 'res nullius'.

Publicado en DIARIO PALENTINO el jueves día 3 de marzo de 2011

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