miércoles, 16 de marzo de 2011

Adiós a las cartas

De entre las figuras que se nos han ido yendo lentamente en nuestra época y sin apenas darnos cuenta,  una de ellas está siendo sangrante. De qué otro modo hablar de la institución social de las cartas. Ya no nos mandamos cartas. Por lo tanto, ya no recibimos cartas, salvo de los Bancos, y ya no de todos. Ese invento, que al decir de Pedro Salinas era tan valioso invento para la humanidad como el de la rueda, porque 'hay un tipo de comercio, o de trato, el de los ánimos y las voluntades, muy superior al comercio de las mercancías y las lonjas', ese invento ya ha desaparecido de nuestros buzones. Hoy, un pintor como Vermeer, es verdad, ya no podría pintar a esas mujeres que leían o contemplaban cartas.

Y es que la carta era un objeto que se ansiaba, que se esperaba día tras día. Marcaba un tiempo, señalaba una escansión, invitaba a la reflexión, y parecía siempre que decía poco, que se esperaba algo más. La carta se releía, y luego se guardaba, quizá para volver a leer en otro momento. La carta se usaba como testigo de algo dicho, e incluso los amantes se devolvían las cartas al finalizar su aventura.
Hoy, el mail y el tweet, han hecho de la lectura de cartas un asunto del pleistoceno.
Lacan mostró que el auténtico destinatario de una carta es uno mismo, Allan Poe que una carta robada es un excelente símbolo, Kafka creía en lo que llamaba el 'maligno hechizo de las cartas', y todos sabemos que una carta es algo más que una simple escritura en un papel. Más bien, una carta es un útil con sentido a lo largo de la historia de la civilización.
Una buena carta produce efectos, transforma, contradice a los 'todo-es-genético', a los que se pasan el día recetando fármacos para supuestamente combatir ansiedades y 'depres' de nuestro tiempo, quienes no sabrían explicar la lógica de los cambios acaecidos en un sujeto tras recibir una carta.
Hoy, cuando ya no tenemos tiempo para escribir y recibir cartas, y sí para abrir cada día decenas de correos electrónicos, los daneses van a reemplazar los sellos de correos, bastará con un SMS y un código a escribir en el sobre. Esto no va a gustar a los coleccionistas de sellos, pero el adiós de las cartas no nos gusta a nadie, una vez que hemos comprobado que
aún cuando seguimos abriendo el buzón cada mañana, no nos llegan ya cartas. Al menos no llega 'la carta'. Esa carta que desde tiempos inmemoriales  seguimos esperando.

Publicado en DIARIO PALENTINO el jueves 10 de marzo de 2011.

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