martes, 19 de octubre de 2010

Esas excusas

Las excusas que escuchamos cuando nos abandona nuestra pareja constituyen un apartado especial dentro de las vicisitudes bélico-amorosas. La otra semana me preguntaron por esto para una televisión. No me dio tiempo a pensarlo previamente, y como suele suceder dije lo que pensaba, sin calcular las consecuencias. Razón por la cual no he dejado de pensar en ello desde entonces, y razón por la cual, hoy escribo esta columna.
Pascal lo dejó escrito en sus 'Pensamientos', el corazón tiene razones que la razón no entiende. Cuando alguien abandona a su pareja no entiende por qué, y el abandonado menos. Me lo olía, es a lo más que se expresa. Y ese no entender se traduce en un invento: las excusas. Una forma de autoengaño más. Porque la verdad verdadera, ay la verdad, no sale por la boca sino en forma de verdad mentirosa. Mejor casi el silencio, pues lo inefable es lo verdadero aquí. No obstante lo que si parece que dije en televisión es que los abandonados en serie se lo tenían que hacer mirar. Ser siempre el/la abandonado/a merece un minuto de reflexión. Hacerse abandonar parece aquí el secreto motivo buscado para el final abrupto a repetición.
Tal cual el viernes en París, cuando un amigo argentino, Ernesto, exclamó en la sala de espera un veraz 'formo parte del mobiliario', así podemos entender la vida de algunos sujetos en el interior de su pareja, como un mueble que adorna, algo bello para lucir en las fiestas. Y claro, ya se sabe, los muebles se hacen viejos, inservibles, no lucen, y acaban abandonados. Explicar eso cuando está próxima la carta de despido es cruel, y de ahí las excusas. Por no mencionar lo de proponer seguir siendo amigos para pasar el mal trago, eso si que debería estar prohibido por ley.
Dicho eso, resulta claro entender que para no tener que dar excusas se utilice la fórmula de incorporar a un tercero a la vida de la pareja, y su sola presencia es un libro de excusas.
Turgenev en 'Primer amor', una novela exquisista del ruso, ya recuerda que el primer amor suele ser infantil. Por ello cada quien sabe lo que es ser abandonado o no correspondido.
En realidad cuando finaliza una relación de pareja, lo más oportuno sería que ambos se pidieran disculpas mutuamente. Se equivocaron. Porque enamorarse, se sabe, es equivocarse. Es atribuir al otro lo que no es ni será. Error magnífico. Y entretenido.
Publicado en DIARIO PALENTINO, el jueves 14 de octubre de 2010.

1 comentario:

Kenya dijo...

Excelente texto, acabo de descubrir su blog y me gusta su estilo y los temas que aborda en él. Felicidades!