lunes, 4 de octubre de 2010

Elegir no elegir

No es dudar, no. Es otra cosa. Se trata de una forma de hacer elecciones. Una desesperada forma de elegir bajo una idéntica fórmula que se repite a lo largo de toda una vida: elegir no elegir. Quizá reconozcamos a nuestro alrededor a personas así, -se sabe que desde niños-, que cuando tienen que mostrar sus preferencias o tomar una decisión importante o comprar algo, o simplemente expresar algo, o bien quedan como bloqueados, o bien dicen temer equivocarse, o piensan que es mejor que otros decidan, el caso es que eligen no elegir.

En la literatura tenemos un personaje paradigmático, 'Bartleby el escribiente', de Melville y su ya famoso 'preferiría no hacerlo'. Su elección fue no elegir sino seguir un curso de más de lo mismo, de nada seguido de más nada.

El incomodo que a muchas de las personas que eligen no elegir les supone tener que tomar decisiones tiene también su trasposición en la vida política. Para no decidir inventaron, entre otros útiles, las comisiones y disolvieron ahí su responsabilidad de gobernantes, ora a golpe de informes técnicos ora de encuestas, pero ha pasado a mejor vida el paso al acto.

Otro tanto podemos decir de un momento tan intenso como el de la adolescencia. Es tiempo de gran despliegue de acción. Pero permanecen incapaces de ejecutar ningún acto. Acto y acción en tanto conceptos muy diferentes. Los políticos pueden tmbién realizar mucha actividad, pero falta acto, falta decisión que encare y haga frente cuando sea preciso a ese nuevo monstruo que es la opinión pública. Pero en el político, en la mujer o el hombre dedicados al servicio público, cuando han elegido no elegir se encuentra el mayor de nuestros peligros, pues los problemas se pudren en el cajón indefinidamente. Ven y comprenden y no concluyen.

Los 'bartlebys' -en feliz expresión de Vila-Matas en su 'Bartleby y compañía' dedicado a los escritores que renunciaron a seguir escribiendo- nos rodean en la vida social y son nuestra pesada losa, el freno a la creación, a la invención, al espíritu emprendedor, a la audacia necesaria para descubrir nuevos caminos.

Por no mencionar los asuntos amorosos, en donde se elige no elegir entre dos hombres o entre dos mujeres.

Aunque también podemos reconocer que todos llevamos un 'bartleby' dentro, que sale del armario cuando somos confrontados a elegir algo insoportable para nosotros. Hay límites, conviene elegir no extralimitarse.

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