lunes, 2 de agosto de 2010

El sueño de la buena educación


En el sueño de la buena educación, nuestro soñante de verano, soñante ilustrado eso sí, aparecen varios niños que tienen como elemento común un déficit de buena educación con hiperactividad, trastorno generalizado que afortunadamente ni es de causalidad genética ni admite fármacos, y no me pregunte el lector de esta columna qué admite porque no lo sé. Unicamente digo que en los sueños aparecen de vez en cuando niños, y que los del soñante de hoy son sueños paradigmáticos de nuestro momento. En resumidas cuentas que soñó con un niño español piloto, víctima de los tiempos del disfrute, un niño en diferentes escenas cotidianas.

En la primera escena un sabio profesor anda tomando café en una cafetería, ama el silencio ante su periódico, pero algo irrumpe alterando su paz: un niño llora con entusiasmo después de haber recibido de su madre una torta a destiempo, a lo cual, el viejo profesor se revuelve y con parsimonia entrega a la madre del niño un cachete sonoro, pero sordo, de los que él prodigó en la escuela del pueblo. La madre se lo agradece.

En la siguiente se ve una tienda, un ultramarinos, un colmado antigüo y un niño que propina un pisotón a un señor calvo, que resabiado, le propinaba una sutil zancadilla de descuido a la que siguió un traspiés, a partir del cual el niño conocería su linea roja, y ya sabrá que nunca más pisará a un calvo.

Por último, unas escenas en palimpsesto en donde a modo de un cuadro de El Bosco, pequeños niños y niñas bien educados por padres nacidos en los sesenta y setenta, víctimas del desbarajuste de la transición mostraban sus maneras: un niño interrumpe constantemente la conversación de dos adultos, otro come pipas y tira las cáscaras en el suelo de las calles de su ciudad natal, una niña decide evacuar aguas menores en medio de un parque, y por fin, un grupo de varios niños hablan entre si todos a la vez mientras otros miran pantallas de juegos ignorando al de al lado.

Para rematar el sueño una niña aparece quemando un libro. Interpretación: el soñante desearía una buena educación, echa de menos el manual de urbanidad. Menos DSM, más urbanidad. Menos píldoras, más palabras.

(Rindo homenaje a Madre Nieves, directora del Colegio Filipense de Palencia recién nombrada Superiora General Filipense en el mundo. Un ejemplo de apuesta por la buena educación. Su quehacer aquí deja huella).

Publicado en DIARIO PALENTINO el jueves 29 de julio de 2010.

1 comentario:

fe gonzález velasco dijo...

A propósito del homenaje que rinde a la madre Nieves, me adhiero a él, aquí desde Valladolid.
Como alumna suya en el año 1975, en aquel colegio - en realidad palacio de la calle fray Luis de León-, en aquella década donde abundaban las reglas de urbanidad pero era tan difícil una educación en libertad; mi querida madre Nieves pudo hacer magia educativa. Tanto que ya desde mis cincuenta años sigo frecuentando Palencia: a veces he recalado allí en la calle Eduardo Dato con mucha necesidad y siempre la madre Nieves ha estado. Pero déjeme confesarle la última vez que la vi acababan de operarla;se sorprendió al verme.En seguida le expliqué que acompañaba
a la hija de una gran amiga al psicólogo.
!Ah, Fernando¡ dijo.Se interesó por el problema de la niña. Le expliqué que rechazaba leer y escribir.Y también me preguntó de qué país era, del país de las montañas más bonitas,entonces aproveché para presentarle a mi profesora del colegio.
No he vuelto a Palencia...En aquellos años de bachiller,había métodos coercitivos: la madre Nieves prefería otros.
Hoy encuentro un buen motivo para volver a Palencia.