El viernes pasado una iniciativa más, llamada "Tarjeta roja al maltratador", reunía en el otrora Gobierno Civil a colaboradores en esta Campaña. Al frente, Raúl Ruiz Cortés, nuestro palentino Gobernador, palentino, hay que decirlo, por vez primera en la historia -salvo que Torrellas encuentre como buen historiador de raza algún legajo que nos diga lo contrario-, palentino al frente de un Gobierno Civil que ocuparan gentes de otros lugares durante todo el siglo XX. Es como si la autoridad gubernativa hubiera de ejercerse por alguien no nacido en Palencia; era una ley no escrita al parecer. Ley de series rota, y además a juzgar por lo que cuentan acerca del buen hacer de nuestro paisano, también rota otra Ley, la de Murphy, lo que hace pensar en que confiar en gentes de nuestra tierra para lugares de ejercicio de autoridad no es contraindicado. Que el representante del Gobierno de España en la provincia de Palencia sea un palentino esperemos no sea un hápax en el futuro, independientemente del color político del gobierno de turno.
Lo cierto es que no pude estar en el Acto al que me habían invitado pero la Campaña merece el apoyo ciudadano. Hacer explícitamente una Campaña para incorporar al lenguaje el rechazo social de la figura del maltratador es un gesto nuevo, una ruptura histórica.
Las consecuencias en una mujer sometida a un maltrato se sabe que van desde el apego irracional al maltratador, pasando por su perenne intento de salvarle o justificarle, o por enmascarar la verdad, por el olvido profundo, la alerta permanente, para desembocar en un recuerdo traumático, herida muy difícil de curar. Las retornos de haber vivido con un maltratador traspasan fronteras generacionales, produciendo identificaciones inconscientes en los hijos, bien del bando maltratador, bien del bando maltratadas.
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