lunes, 19 de julio de 2010

El sueño del micrófono


"Le daban un micrófono. Hablaba en La Moncloa. Acababa de marcar un gol decisivo. Sabía que la oratoria no era su fuerte, pero a pesar de ser futbolista, había leído. Conocía Montaigne.

Habitualmente disimula cuando tiene que hablar con otros futbolistas de su equipo, tropieza con las palabras, no quiere destacar, se mimetiza con el infantilismo reinante. Sabe que lo que se lleva es el discurso cero. Por eso cuando le otorgan el papel de héroe por haber conseguido para su país un triunfo deportivo único sabe que es su oportunidad. Va a montarla. Si los otros le dan un micrófono, y tiene delante al Presidente, a Ministros, a todo un país escuchando, puede separarse de la imagen de futbolista descerebrado lector de prensa deportiva como único texto de cada día y sorprender con una proclama explosiva. No se lo piensa. Agarra el micrófono y ya no para. Señores, viene a decir, la ilusión es más necesaria que la realidad. Ustedes pensarán que la realidad es muy importante pero aún son más decisivos los sueños. Por ello les contaré un secreto. La noche antes del partido final soñé. Ya saben que los expertos dicen que todos soñamos cuatro sueños a la noche, pero que no siempre queremos recordarlos, pues cuando no son inquietantes nos recuerdan a seres que ya no están, incluso hay gente que dice que no sueña. Pues bien, esa noche previa soñé esto: una locura colectiva se desencadenaba tras mi gol, la gente salía a la calle en masa y se hacía cargo de los pobres de la esquina más cercana. Cumplido este primer objetivo, bandera rojigualda en ristre, la masa entraba en unos establecimientos llamados Bancos y Cajas de Ahorro, y al saquearlos y descubrir que allí no había nada, los más jóvenes tomaban buena nota y ya sin excusas podían encaminarse tranquilamente a las Bibliotecas, a los Ateneos, a las Librerías. De pronto un veneno de deseo de saber había sido inoculado en la muchedumbre. Unamuno sonreía desde su atalaya blandiendo su 'Prólogo a la Vida de Don Quijote y Sancho'. La masa rectificaba su destino. En medio de la algarabía alguien cogía un micrófono y gritaba ¡viva Fuentealbilla! Después y en silencio cada quien se encaminaba a su lectura favorita. Por mi parte volvía con Montaigne". Fin del sueño.
Interpretación: si te dejan un micrófono que al menos se intente desafiar y subvertir el orden, tarea hoy permitida al héroe deportivo, y vetada al héroe intelectual.

Publicado en DIARIO PALENTINO, el jueves 15 de julio de 2010.

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