viernes, 23 de octubre de 2009

El psicoanálisis cambia la vida



Fernando Martín Aduriz • Psicoanalista

«El psicoanálisis cambia la vida»

Bajo el título Efectos del psicoanálisis, Palencia acoge hoy una jornada en la que una veintena de personas contará su experiencia psicoanalítica y los efectos subjetivos de su encuentro con el análisis (Colegio de Médicos de 17 a 21 horas).

Fernando Martín Aduriz participará hoy en las jornadas.

ÓSCAR NAVARRO
ESTHER MARÍN

Cada uno sabe cuál es el momento en el que puede precisar la ayuda de un psicoanalista y emprender un viaje cuya ruta precisa la colaboración de un profesional.
Las jornadas que hoy se celebran cuentan experiencias reales y directas. ¿Se puede hablar en público de los efectos que produce el psicoanálisis?
Se puede y se debe si se quiere ayudar a otros y compartir con ellos una experiencia que tiene mucho de singular y que en el pasado ha sido muy enigmática. Se debe preservar la intimidad y el secreto, por supuesto, pero es de una ética intachable el transmitir socialmente los efectos de una experiencia que, no se olvide, redundan en la colectividad.
¿Cuáles son esos efectos?
No son unos u otros determinados. Hay quien habla de un sustancial cambio en sus relaciones sociales, o en el modo de asumir responsabilidades o de sobrellevar mejor lo que es inercial en cada uno de nosotros. También hay efectos invisibles para todos menos para el propio sujeto; hay quien refiere el fin de las jaquecas que le habían acompañado toda la vida, etc... Pero lo que es llamativo es que en todas las intervenciones sobresale la idea de un cambio sustancial en la vida. De que el psicoanálisis les cambió la vida.
Ese cambio de vida, ¿no es exagerado o ambicioso?
El psicoanalista lo que se propone es escuchar. No sabe nada del que le pide cita y, si está en la posición correcta no inunda con un saber previo, sino que pide a quien le consulta que sea él o ella quien lleve la batuta, quien diga lo que sabe de sí mismo y las razones de sus problemas.
En general, la gente sabe mucho más de las verdaderas razones de su sufrimiento, de su malestar o de sus síntomas de lo que nos pensamos. El psicoanalista se reserva en la operación un lugar no invasivo, pero decisivo.
¿Y quién puede o debe acudir a un psicoanalista para comprobar esos efectos?
Todos menos los idiotas, es decir aquellos que prefieren sufrir en secreto que reconocer que las cosas no van. Tampoco son bien recibidos los impostores o psicópatas, para estos no hay arreglo posible porque no subjetivizan que ellos tengan problemas, son siempre los otros los culpables. Lo mejor es que sea el propio interesado el que tome la decisión. Otra cosa es que se engañe y no vea la realidad o prefiera dejarlo para más adelante.
¿Existen edades?
He tenido pacientes de tres años y de 90. Cada vez más gente mayor se propone vivir mejor sin ansiedad, sin pensamientos agobiantes, sin miedos absurdos, sin tristeza permanente... Porque un poco de tristeza no viene mal. Ya escribió Benedetti que había que defender la alegría, incluso de la propia alegría.
¿Con qué patologías se sientan los pacientes en un diván?
Los jóvenes y adolescentes con patologías de consulta, porque estamos en una época de difícil palabra. Existen ahora muchas cuestiones relacionadas con hiperactividad, ciberacoso, adicciones, apatía, tristeza...
Los más mayores lo que quieren es hacer un ejercicio de lectura de su propia vida. Se trata de un viaje en el que van dos personas: una lleva lo que le pasa en su inconsciente y su responsabilidad en los desastres de que se queja y otra es el psicoanalista que puntúa ese texto liado.
¿Los efectos de las sesiones son rápidos?
Los efectos terapéuticos se pueden ver en unos dos o tres meses, pero aunque los síntomas se hayan estabilizado, muchas personas quieren seguir adelante y saber más.
Se puede confundir la labor que realizan un psicoanalista, un psiquiatra y un psicólogo. ¿Qué diferencias existen?
Lo que propone un analista es un amplio ejercicio de lectura de un único libro: el propio inconsciente, que es donde está escrito el guión de nuestra vida.
La gente necesita más hablar que tomar píldoras y lo que propone un psicoanalista es hablar. El saber auténtico de lo que le pasa a una persona lo sabe ella misma, ya que síntoma y sujeto están estrechamente relacionados. Con píldoras la gente no se cura y lo sabe.


ENTREVISTA EN DIARIO PALENTINO, hoy viernes 23 de octubre de 2009. Entrevista de Esther Marín. Foto de Óscar Navarro.

No hay comentarios: