lunes, 26 de octubre de 2009

Los psicoanalistas defienden que sus terapias redundan en la sociedad


Los psicoanalistas defienden que sus terapias redundan en la sociedad
NORTE DE CASTILLA. 24 de octubre de 2009.

Una veintena de especialistas y pacientes abordan las consecuencias del psicoanálisis


La Escuela Lacaniana de Psicoanálisis de Castilla y León celebró ayer en Palencia la XIII Jornada de Psicoanálisis con la participación de una veintena de profesionales y pacientes, que expusieron sus experiencias en intervenciones de diez minutos como máximo. Fernando Martín Adúriz, miembro de esta organización y uno de los ponentes, explica el objetivo de este encuentro. «Pretendemos transmitir que los efectos de la experiencia psicoanalítica redundan en lo colectivo, y van más allá de los beneficios que los propios sujetos que se avienen a pasar una temporada en el diván obtienen en sus vidas, en sus síntomas, en su lazo social o en su cuerpo. De esta experiencia se beneficia la colectividad, el entono, la familia, los amigos… Por esta razón, pensamos que estas jornadas debían celebrarse de cara al público, conectando con la sociedad», asegura el psicólogo palentino.
La sesión se celebró a puerta abierta en el Colegio de Médicos. «Se trata de comprobar después los efectos que tiene hablar en público de la cura psicoanalítica y de la experiencia psicoanalítica», apostilla Martín Adúriz.
La crisis económica no está afectando especialmente a las consultas de los psicoanalistas. «En cada época histórica, los síntomas van variando. Los síntomas de nuestra época son más que la emergencia de la crisis, es sobre todo un déficit de la palabra. En este sentido, hay una necesidad de inmediatez: resolver ya los problemas. Y los problemas a veces no se resuelven de inmediato. Hay un recurso, que es la no palabra, acudir más bien a la ingesta química, a la solución de los problemas por vía química. Esto supone aplazar el problema. Lo que sí nos encontramos en época de crisis es gente que trata de solucionar las dificultades en un primer momento con las píldoras, y a veces las píldoras pueden solucionar un pequeño momento inmediato, pero el problema de fondo sigue ahí», asegura Fernando Martín Adúriz.
El perfil de los que se sientan en el diván es muy amplio. «Es imposible encontrar el denominador común. Lo que es verdad es que cada vez acude más gente con menos prejuicios a la figura del psicoanalista, ya que acude sin el miedo a que otros piensen que si lo hace es porque tiene grandes problemas», añade.
Para el piscoanalista, «el perfil ha pasado de personas con una absoluta gravedad en sus dificultades a personas que entienden que les viene bien alguna vez en la vida sentarse en un diván». «Antes hasta se ocultaba lo de ir al psicoanalista, era casi un estigma, y esto ha pasado a convertirse en algo normal. Yo he tenido pacientes de 3 a 90 años, jóvenes, padres e hijos, de todo», concluye Adúriz.

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