Escuché el viernes en el Colegio de Médicos, en el transcurso de una Jornada, a dos políticos de nuestra ciudad. Y después verifiqué el efecto que sus palabras habían dejado en varios de los asistentes. Aún con matices fue unánime la opinión de que ambos encandilaron al auditorio. José María Hernández y Miriam Andrés, políticos de la Junta y del Senado respectivamente supieron seducir. Es lo menos que podemos pedir a nuestros políticos, que dominen la escena. Ergo, apuesto que en el futuro sabrán cómo hacerse elegir para más altas cotas, y espero que éstas pasen por lo mejor para nuestra ciudad. Ambos demostraron saber que el inconsciente es la política.
Las prácticas de la palabra, que aún subsisten, tienen una repercusión política, por más que se las quiera acotar a las cuatro paredes. Las conversaciones en el despacho del abogado, en el dispositivo del diván y del psicoanalista, en el despacho de un político son lugares donde circula la palabra. Y la palabra tiene sus efectos. Primero sugestión, encandilamiento, etapa que hay que transitar, para ir más allá. Después llega la eficacia simbólica, si se ha sabido ocupar la posición correcta: el uso del semblante adecuado. Finalmente se trata de apuntar al vacío central, aceptar la lógica del no-todo, en política y en esos recintos privados.
1 comentario:
Menudo peloteo
Publicar un comentario