jueves, 29 de octubre de 2009

Dos políticos palentinos

Escuché el viernes en el Colegio de Médicos, en el transcurso de una Jornada, a dos políticos de nuestra ciudad. Y después verifiqué el efecto que sus palabras habían dejado en varios de los asistentes. Aún con matices fue unánime la opinión de que ambos encandilaron al auditorio. José María Hernández y Miriam Andrés, políticos de la Junta y del Senado respectivamente supieron seducir. Es lo menos que podemos pedir a nuestros políticos, que dominen la escena. Ergo, apuesto que en el futuro sabrán cómo hacerse elegir para más altas cotas, y espero que éstas pasen por lo mejor para nuestra ciudad. Ambos demostraron saber que el inconsciente es la política.

Las prácticas de la palabra, que aún subsisten, tienen una repercusión política, por más que se las quiera acotar a las cuatro paredes. Las conversaciones en el despacho del abogado, en el dispositivo del diván y del psicoanalista, en el despacho de un político son lugares donde circula la palabra. Y la palabra tiene sus efectos. Primero sugestión, encandilamiento, etapa que hay que transitar, para ir más allá. Después llega la eficacia simbólica, si se ha sabido ocupar la posición correcta: el uso del semblante adecuado. Finalmente se trata de apuntar al vacío central, aceptar la lógica del no-todo, en política y en esos recintos privados.

Allí el encuentro entre dos actores trasciende lo individual. Esto es lo que han captado los dos políticos de los que hablo: que el ejercicio de la conversación es una decisión política. Que un político cuando acude a un acto, sea del contenido que sea, lo hace en su calidad de puro semblante. Ejerce una representación. No es importante 'per se', como no lo es el psicoanalista o el abogado o cualquier otra práctica o dispositivo de relación. La fuerza de un buen politico procede, como comprobamos en acto el viernes en el Colegio de Médicos de saber ser un representante en medio de una representación. Y eso implica saberse efímero, descontar la derrota que vendrá, descontar que un político no es escuchado por el brillo de su personaje, ni por su oratoria, ni por sus conocimientos. Ni el psicoanalista produce efectos merced a lo que sabe sino a su posición de docta ignorancia. Que la escena social no se convierta en un erial,en un supermercado o en una feria continua de exaltación delo que comemos, dependerá de la relación que cada cual mantenga con su propio inconsciente. Y el inconsciente es la política.

Publicado en DIARIO PALENTINO el jueves 29 de octubre de 2009.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Menudo peloteo