jueves, 26 de marzo de 2009

Lo infraordinario





 «La prensa diaria habla de todo menos del día a día. La prensa me aburre, no me enseña nada; lo que cuenta no me concierne, no me interroga y ya no responde a las preguntas que formulo o que querría formular». Esto, que lo dice Georges Perec en su libro Lo infraordinario, lo repite el vecino de mil modos, el vecino lector de prensa, me explico. Y lo amplifica quien asiste a la tortura cotidiana de los informativos televisivos.

El sobresalto, la imagen terrorífica, la sangre, el odio y el enfrentamiento bizarro, la maldad en dosis, lo peor de la estirpe humana se nos pasea en el desayuno, comida y cena, y se nos hace creer que eso es la vida, eso sí, la vida televisada, vista a distancia. Mientras la vida cercana se nos sustrae. No es de extrañar entonces la perplejidad de las gentes que ya no entienden nada de lo que ocurre. Porque, al parecer, se trataba de eso, de conseguir desinformar de las cosas que interesan al común. Cuando el medio televisivo se ha ido imponiendo de esa guisa, en forma de videojuego animado, al menos la prensa escrita, y la radio, parecían ser nuestro refugio, y lo próximo aparecía. Pero sólo lo local, finalmente, nos capturó, junto al eco del latir de lo más humano. El reproche es que lo otro también es humano, una faz de lo humano que no debería publicitarse abriendo telediarios.

Desconozco cómo podría subsistir un medio que diera noticias de lo infraordinario, a lo Perec, o que luchara contra la idea de que la verdad no ha de estropear nunca un buen titular.

Perec se propone en su libro interrogar a lo habitual. Y da un argumento demoledor: si no nos preguntamos por lo de cada día, por lo próximo, es porque dormimos nuestra vida en un letargo sin sueños. Quizá Perec tenga razón, y dejemos pasar la oportunidad de vivir nuestra vida contemplando a nuestro alrededor, fijándonos en el detalle. Uno de sus ejemplos es la transcripción de lo que escribimos en las postales, -hoy sustituidas por los SMS-, de entre las que destaco una postal y su contenido, por su resonancia palentinista: “Exploramos los Cuatro Cantones. Muy buen tiempo. Las riberas son increíbles. La gente es simpática y abierta. Besos”. O cuando en otro capítulo relata un paseo por París: “todas las calles de este barrio tienen una historia, no son sino historia: fue en la esquina de la Rue Saint-Martin con la de Aubry-le-Boucher donde se levantó la barricada de los últimos amotinados de junio de 1832, y ahí fue donde Víctor Hugo dio muerte a Gavroche”. Dirigir la mirada a lo cercano, entonces, puede ser una buena alternativa para vivir la vida, en directo, sin necesidad de que nos la cuenten a distancia.

Perec: «Lo que realmente ocurre, lo que vivimos, lo demás, todo lo demás, ¿dónde está? Lo que ocurre cada día y vuelve cada día, lo trivial, lo cotidiano, lo evidente, lo común, lo ordinario, lo infraordinario, el ruido de fondo, lo habitual, ¿cómo dar cuenta de ello, cómo interrogarlo, cómo describirlo?»

Lo que realmente importa está en nuestro interior tanto como en nuestro lazo social. 


Publicado en DIARIO PALENTINO, el jueves 26 de marzo de 2009.

No hay comentarios: