miércoles, 18 de marzo de 2009

Mimetismo


Hay dentro de nosotros algo que no tiene nombre y eso es lo que somos. Saramago dixit. En su novela Ensayo sobre la ceguera, mantiene esa frase que no aparece en la película recientemente estrenada y basada en ella, A ciegas. La discusión entre el escritor y el cineasta tiene miga, porque éste último dudó durante seis meses en mantener o no la frase. Lo interesante es remarcar que lo que somos, pues, es algo sin nombre, al decir del Nobel Saramago, y lo dice él, que tituló una de sus novelas precisamente Todos los nombres. Pienso que es una mejor manera de aproximarse al asunto. Es una manera de definir mejor lo que somos, que afirmar que somos lo que pensamos, lo que comemos, o lo que leemos o viajamos. Lo real nos determina, y no todo lo real puede simbolizarse.

Viene esto a cuento de los esfuerzos que se pueden realizar para llegar a saber lo que somos, buscando en nuestro interior, frente a la solución de ser lo que otros son, buscando en nuestro alrededor. Esta línea divisoria es muy clara. Y a un lado se sitúan los que desde tiempos inmemoriales han alentado a la búsqueda hacia adentro, y quienes han recurrido a identificarse absolutamente con los de al lado, copiándoles, actuando de impostores, o bien en pleno trabajo de mimetismo.

Mientras que el mimetismo en los animales puede pasar por el camuflaje o cripsis, o por el automimetismo, y siempre persigue la supervivencia, en el ser humano, el mimetismo busca el engaño, aunque también para evitar el ser devorados por sus congéneres. Y así tenemos jóvenes entregados a vestir, pensar, y actuar como sus pares, y gentes de todas las edades imitando a los otros de los mil modos en que esto se puede hacer.

Ahora bien, cuando ya pensaba que todo esto estaba más o menos claro, y que seguir sus vericuetos proporcionaba interesantes visiones de las relaciones humanas, me he topado con Brenan y su sorprendente libro, ahora reeditado, El laberinto español. Escrito en 1943, Gerald Brenan, el inglés afincado en España, en Granada desde 1919, trata de dar con las claves que explicarían nuestra guerra civil. Y se adentra en el ser de lo español, en nuestro laberinto, en nuestra España invertebrada del XIX y comienzos del XX, de un modo tranquilo a la par que riguroso. Sin embargo, son dos pinceladas las que me han llamado la atención. Hablan por sí solas tanto de nuestro interés colectivo por no seguir las indicaciones de José Saramago relativas a la esencia del ser, cuanto de los fenómenos del mimetismo social.

Primera: «España es por excelencia el país de las imitaciones de lo extranjero».

Segunda: «Apenas acabada la conquista de la Península por los romanos cuando España hizo suya la idea de Roma, en una medida jamás lograda por la Galia, y automáticamente empezó a producir generales, emperadores, filósofos y poetas, hasta el punto de que Italia llegó a parecer una simple provincia de España».

Así somos.


A publicar mañana en DIARIO PALENTINO, columna semanal VECINOS ILUSTRADOS.

 

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