jueves, 12 de junio de 2008

Lazo social


La reducción progresiva, en la sociedad del mercado y del consumo, del lazo social, hace que en conversaciones establezcamos que otros, más vulnerables, apenas presentan vida social. Pero mirando bien las cosas, esta reducción afecta a más personas de las que nos pensamos.

Y así, comprobamos cómo el trabajo se constituye en fuente de contacto social, pero muy superficial, basado en el mínimo indispensable para la ejecución y del desempeño. Y cómo el lazo social familiar se tambalea ante el empuje de nuevas formas de goce. Un individualismo opuesto a un comunitarismo porque eso beneficia mejor a la idea de convertir al ciudadano en consumidor, al vecino en cliente generalizado. Y luego está la televisión, y las ficciones sociales que nos pueden engañar con que hay lazo social amplio. Pero es una buen sueño, porque a las personas a quienes amamos a distancia, de quienes somos fans por su arte, su práctica deportiva, su liderazgo político. no son personas con las que podamos hablar a diario. Y hablar cada semana con alguien, seguir el rumbo de una conversación es precisamente el fundamento del lazo social.

Vemos que la fragmentación social es más evidente en la gran ciudad, donde, en medio de tanta gente, nunca antes hubo tanto aislamiento. En el otro extremo, el de los pequeños núcleos de población, esto no es así. Pero ocurre que en estos lugares, el silencio, las rivalidades y odios ancestrales construyen un especial hándicap para el lazo social, pueblos en los que son pocos…y mal avenidos. Y vemos, por último, que la fragmentación amenaza a la oportunidad de realizar actividades sociales a todas las edades y géneros sin distinción.

Y las asociaciones y las entidades que nacen para unir a personas, primero se desesperan por la escasa participación, o por lo microgrupos que invaden el espacio, y después, contemplan atónitos cómo lo peor del ser humano sale en el interior de esas asociaciones y se producen, tarde o temprano los enfrentamientos más bizarros.

Este panorama es solidario entonces de un modo de organización socioeconómico que ha invadido de objetos de consumo los escenarios de vida. Y todo se encamina hacia la aglomeración de objetos, de gadgets, algunos de los cuales nos hacen más llevadera la existencia, de acuerdo, pero otros francamente podríamos prescindir. Dejo a lector su lista. Tengo la mía.

Y luego hay que añadir que ese estilo de vida basado en el consumo generalizado obliga a largas horas de trabajo y a mínimas horas de tiempo libre, a escaso tiempo para la vida social.

Por todo ello, no sólo personas vulnerables, frágiles, con estructuras psicológicas endebles puede pensarse que han reducido mucho su lazo social y hablan con muy pocas personas y apenas tienen amistades, y mucho menos amigos íntimos, etc. Es que el panorama social va por ahí. Amigos los justos. Parientes los mínimos. Compañeros reducidos al horario laboral. Vecinos de saludo cortés exclusivamente. Conocidos muchos. Desconocidos, casi todos.

Hay que hacer algo.


3 comentarios:

Hernando Bernal dijo...

Fernando, exelente el contenido de tu blog. Te comparto el mío: bernaltieneunblog.bolgspot.com

Unknown dijo...

En términos generales acuerdo con lo que decís -soy argentina de ahí lo de decís en lugar de dices-. Vivo en una gran ciudad y siento la presencia de ese aislamiento, como si tuviera una estética de movimiento muy particular. Sería para largas charlas....
Lo que quería marcar es un lapsus en la redacción de tu comentario que es consistente con lo que pensás de los gadgets. Sólo eso.
Saludos
Eva

FERNANDO MARTÍN ADURIZ dijo...

Si, Eva, ya me había dado cuenta poero lo acabo de corregir: "Nos hacen la vida ..." me refiero al móvil por ejemplo. Gracias por participar