lunes, 18 de febrero de 2008

Psicofármacos

Incorporo este artículo aparecido en LA VANGUARDIA, como parte de una serie en la que voy a tratar de diseccionar la cuestión de una frase aparecida en CARTAS AL DIRECTOR DEL DIARIO PALENTINO, titulada A MARTÍN ADURIZ el martes día 12 de febrero de 2008, y cuya réplica aparecerá firmada por mí mañana martes 19 en CARTAS AL DIRECTOR


Psicofármacos

Publicado en LA VANGUARDIA
LAURA CANEDO | 15/02/2008 | Actualizada a las 14:20

Leo con asombro una gran verdad en una carta de esta sección: "Actualmente muchas enfermedades psiquiátricas en la infancia se pueden beneficiar de los psicofármacos" (12/ II/ 2008). Cuando un padre consulta con los profesionales "psi..." en relación con algo que le preocupa de su hijo, lo que espera es poder beneficiar a este último, y no a las enfermedades psiquiátricas. Pero esto es lo que está sucediendo.

Tal como denunció Juan Pundik ante el Parlamento Europeo, los estudios científicos de los psicofármacos, también de los que se dan a los niños, están siendo realizados y financiados por los propios laboratorios que los producen y comercializan. La industria farmacéutica es además la que costea en muchos casos parte de la formación de los médicos.

La efervescencia con la que han aumentado en los últimos tiempos las "enfermedades psiquiátricas" no se ha producido sin unos equipos de profesionales que crean protocolos diagnósticos (poco rigurosos, hay que decirlo), encasillan los casos y prescriben los fármacos.

Los niños, como los adultos, están cada día más hartos de encontrarse con profesionales que en lugar de ayudar a resolver problemas de conducta o afecto, le proporcionan moléculas que los adormecen.

En el debate sobre cómo hacer con el malestar, no se trata en ningún caso de estar ni en contra ni a favor de los psicofármacos, imprescindibles en algunos casos, sino de sus usos y abusos. No se trata de estar jamás en contra de la psiquiatría, pero sí del ejercicio de aquella medicina que acata las indicaciones de los laboratorios o de los estudios financiados por éstos, sin cuestionarlos.

Detrás de todo TDA/ H, TOC, no es seguro que se encuentre una "enfermedad psiquiátrica", como se quiere dar a entender en ocasiones; de lo que no tenemos duda es de que hay allí alguien que sufre y algo difícil de soportar, ya sea para el propio niño, para los padres, para los maestros... Y cuando se sufre, lo que se busca es el alivio al malestar. Cada día más personas denuncian que al consultar se encuentran con profesionales que toman sus dificultades como conductas que modificar o sus sufrimientos como afectos que anestesiar. Y cada día son más los sujetos, niños y adultos, que se niegan a tragarse la píldora, y eso es un efecto del exceso de medicación promovido por la política de los laboratorios y por una parte de la medicina.

Frente a los imperativos de eficacia inmediata, se trata de dejar de tragar y de volver a la clínica rigurosa del caso por caso.
LAURA CANEDO

¿nadie quiere comentar nada? Se abre el telón.....

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Nos movemos en un medio que, perdidos los referentes antiguos, está buscando nuevos anclajes de autoridad y la Tecno-Ciencia se erige como el nuevo ídolo; todo debe pasar por el filtro de la Ciencia y sus acólitos, los cuales emiten bulas, dispensas, atribuyen pecados y crean doctrina, se han convertido en los hechiceros, a la sombra del poder –en este caso económico- que propician el flujo entre la deidad y los mortales, trasmitiendo las normas, los problemas y las soluciones a cambio del vil metal.
No es de extrañar que estos nuevos sacristanes, pongan el grito en el cielo y acusen de herejes a quienes osan poner en duda sus sacrosantos dogmas, al fin y al cabo se juegan las lentejas y hasta el escalafón. Y es que el psicoanálisis pretende alzar la cabeza para morder el calcañar de la Ciencia, ¡donde vamos a llegar¡.
¡Ah, pérfidos psicoanalistas!, pretendéis hacer creer que tal vez cosas que asimilamos como problemas no son tal, que no todos tienen solución, que puede que ni debamos buscarla, que la palabra tiene mas usos que la simple comunicación, que la salida no está en los gatchet ni en las pastillas, que el remedio está en nosotros.
¡¡¡¡ A la hoguera, lapidadlos, ¿cómo se atreven? una seudo ciencia con solo 100 años de antigüedad !!!! o mejor, tomense unas pastillitas y se les irán todas esas tonterías de la cabeza, y serán admitidos en el coro olímpico de la Seguridad Social.
Amen

Anónimo dijo...

Señor Luism.:

No se exalte Ud. tanto que no hay motivos.

Al leer su soflama, me pregunto porque tiene Ud. tan mal concepto de la Ciencia, ¿es víctima de un fallo medico?

Me permito recordarle, que es gracias a la ciencia por lo que Ud. y muchos como Ud. pueden expresarse libremente en este medio.

Nuestro estatus se mantiene gracias al estudio y el esfuerzo de muchas personas, y este no puede ser arrastrado por el lodo en defensa de algo que aun no ha sido capaz de demostrar empíricamente su efectividad mientras que una especialidad farmacéutica precisa de muchos años de pruebas para demostrar su efectividad e inocuidad.

Un saludo

Anónimo dijo...

Señor Monómaco:
No se sienta Ud. tan solo, ¡ánimo por Dios!
Lo de inocuidad será coña ¿no?, léase el prospecto de las pastillas que Ud. tome y me explica lo de los efectos secundarios y las contraindicaciones.
Yendo al tema, lo que me indigna, es el afán de exclusividad que mantienen las llamadas “ciencias” , el corporativismo llevado al extremo que se atribuye el derecho a conceder el titulo de Ciencia; que si se define como “Conjunto de conocimientos y de doctrinas organizados metódicamente y que constituyen una rama del saber”, no acierto a comprender el porqué se le niega este término al Psicoanálisis, ¿Tal vez porque no admite el café para todos? ¿Tal vez porque trata al analizante como individuo? ¿Puede ser porque los individuos, en su complejidad interna, no pueden ser objeto de estadísticas ni clasificaciones?.
Es mas complicado manejar individuos que masas.
Un saludo también para Ud

FERNANDO MARTÍN ADURIZ dijo...

recomiendo el artículo que publiqué acerca del principio de incertidumbre de heisenberg