sábado, 1 de diciembre de 2007

Deber de memoria




De vez en cuando salen artículos o Cartas al Director quejándose de que se haga memoria. Concretamente quejándose de lo que se llama memoria histórica. El argumento es muy simple: mejor no remover el pasado y pensar en el futuro. Quienes así suelen expresarse forman el contingente de quienes creen que es mejor olvidar que recordar. Por supuesto no saben lo que dicen y demuestran una estupenda ignorancia mezclando conceptos cuyo uso y manejo requiere algo más que cuatro lecturas apresuradas.Definitivamente hay que estar al lado de quienes quieren recuperar memoria histórica, memoria colectiva. Es tarea de todo vecino ilustrado acompañar este esfuerzo, que es de una generosidad sin límites para el lazo social.Quien labora por desempolvar del baúl de los recuerdos vestigios de otra época, quien historiza, quien busca dar testimonio de lo que sucedió en otro tiempo, logra proporcionarnos una visión de lo humano que se inserta en un antes y un después, con consecuencias para el deseo de vivir, para el deseo de compartir lazos humanos con otros congéneres. Y por ende con consecuencias para la vida social y económica de una ciudad. Sin deseo, no hay ni productividad ni competitividad. Lo digo para aviso de quienes piensen que la memoria histórica no sirve a efectos de lo que de verdad interesa a la gente. Normalmente estos intérpretes de lo que a nosotros, la gente, nos interesa, suelen ser sujetos que buscan sus propios intereses.Y a quién le puede interesar que no se ande buscando papeles del pasado, y lo que es peor: que se ande buscando el cuerpo mal enterrado, o en una cuneta de una carretera, de su abuelo. ¿A quién le puede interesar que no se rebusque en la historia colectiva? Ofrezco mi respuesta: a quien en su vida personal no le interesa revolver en su propia historización, a quien confunde biografía e historización personal, y ha reprimido mucho más allá de lo imaginable, normalmente quien se autodefine como gente normal, es decir lo que no existe. A quien dice eso de no le des más vueltas, a quien exclama que es mejor olvidar, a quien aconseja no pensar y mirar hacia delante. A quien no sabe que ya Freud nos mostró que lo reprimido retorna. Y que es imposible olvidar. Literalmente: no se puede olvidar cuando el pasado golpea cada día. Es por eso que un Baltasar Gracián se empeñó en que había que saber olvidar’ pues no es tarea fácil cuando los recuerdos, las imágenes, nos golpean una y otra vez. De ahí el fastidio de que lo que un pueblo entero, una sociedad, no ha querido saber de sí misma, y ha pretendido reprimir, y enterrar a la mala manera, rebota, sale, retorna. Y lo hace bajo mil figuras: gentes que se agrupan para recuperar la memoria, series de televisión,-Cuéntame cómo pasó-, libros de la Guerra Civil que abarrotan los estantes, inusitado interés en los jóvenes investigadores, películas de estreno en el cine -Las 13 rosas-, en la televisión, -Salvador, destinada a narrar las vicisitudes de Salvador Puig Antich-. Y así.Como el libro del que les hablé la semana pasada, Deber de memoria, -una de sus autoras, Shula Eldar, al pasar por Palencia me escribió en la primera página: «A mis amigos palentinos este pequeño trabajo colectivo en memoria...»-, de igual manera, estamos obligados a recordar los hechos históricos y a re-escribir la historia retroactivamente. Pues la historia real no se sabe hasta que aparece el último documento del último cajón del último archivo. Lo inteligente es modificar las versiones que se tienen de algún hecho, lo torpe, permanecer anclados en la primera versión que nos dieron, o en lo que nos contó un pariente.Creo que si la verdad personal hace libres, la verdad histórica hace libres a los miembros de una colectividad. La memorización de nuestra historia va a permitirnos conocer el juicio de la historia. Y va a permitirnos saber si quienes nos contaron la historia más reciente en nuestros Institutos, hoy, a la luz de las nuevas investigaciones, van a proclamar que ellos también fueron víctimas de las mentiras de la publicidad interesada. O van a seguir defendiendo lo indefendible.Quien se posiciona contra la memoria histórica comete un error. No habría que olvidar que de todos los errores posibles, el peor es el error de buena fe.

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