lunes, 19 de noviembre de 2007

El CTCC


La expresión Cese Temporal de la Convivencia Conyugal ha nacido esta semana. Pero es tan antiguo como eufemismo que como equívoco. Se podría decir: “se han dado un tiempo”. O “se alejan para ver si pueden acercarse”. En fin, ya me estoy imaginando a los más brutos clamando porque no se mencionen las cosas por su nombre, quienes en su ignorancia consideran que las cosas sólo pueden ser nombradas con un único nombre.

El sector menos leído de nuestro vecindario se suele poner muy nervioso cuando alguien juega con el lenguaje, como si se pudiera hablar sin jugar con las palabras, sin seleccionarlas caprichosamente, sabiendo que más bien son ellas quienes juegan con nosotros. Reclamar la no sutilidad puede quedar bien en la barra del bar e incluso producir muchas risas sobre todo cuando se pretende hacer alarde de poderío. Pero el ilustrado sabe, o debiera saber, que hay más maneras de aproximarse a la cosa y que ello es posible merced a lo que son los juegos del lenguaje. Hoy los medios nos brindan pues, con el uso de la expresión Cese Temporal de la Convivencia Conyugal una excelente vía para contemplar los juegos del lenguaje en el amor.

Los enredos amorosos, los malentendidos habituales en el amor, son un clásico. Y han tenido siempre muchos nombres que hacen más soportable el dolor que producen y hacen más discretos sus efectos sociales tratándose de cuestiones que hacen tanto a la intimidad que incluso son desconocidas por los propios protagonistas que suelen exclamar: “No sabemos lo que nos está pasando”.

Los enredos, los enfados, los alejamientos, afectan a todos y en todo momento, y las distancias y las aproximaciones entre los amantes, las parejas, los compañeros son tan variables como la errancia del deseo humano.

Lo que llama la atención son las maneras sutiles de nominar los fenómenos. ¡Cese Temporal de la Convivencia Conyugal!

Vayamos por partes.

  1. Cese. Algo se rompe. Bien. Pero el cese indica una suavidad en las formas. No es ruptura. No es quiebra. El cese es paulatino, no instantáneo. No se cesa, sino que se va cesando. Salvo que sea cese fulminante, expresión que aproxima el cese a la idea abrupta. Incluso la expresión “no cesa de no inscribirse” da idea de la actividad persistente y sostenida en el tiempo del cese.
  2. Temporal. En la dimensión de tiempo todo se complica. Porque a qué tiempo nos referimos, al tiempo lógico o al tiempo cronológico. Si es al primero, todo puede transcurrir en una tarde, donde se precipita la solución. Si es el segundo puede referirse al instante o a la eternización de la situación como esas parejas cuyo funcionamiento habitual es el disfuncionamiento y así se sostienen toda la vida.
  3. Convivencia Conyugal. Creo que esta referencia es a la intimidad de las relaciones en el interior de la pareja. Pero por otra parte algo que sucede muy habitualmente y no es nada que se pueda esconder, pues la convivencia conyugal, lejos de ser algo privado es lo más público que podemos imaginar. Las huellas de la ausencia de convivencia conyugal son perceptibles en el rostro, en la pose, en el carácter, en el modo de tratar a los hijos, en la perspectiva que se tiene del mundo, en la ilusión por vivir.

Bueno. Total que ya tenemos una nueva contribución a la selva del lenguaje de las relaciones amorosas. A partir de ahora se podrá decir a la parejas amigas: ¿Cómo os va?, bien, nos responderán, aunque estamos pensando en un ¡cese temporal de nuestra convivencia conyugal! Y algunos incluso podrán decir, nosotros solemos cesar nuestra convivencia conyugal una o dos veces a la semana. O cada cuatro años. Así son los enredos amorosos.


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