jueves, 20 de septiembre de 2007

Temores



Si los privilegios responden a nuestro deseo de tener deseos, y los infortunios son inasequibles al desaliento a lo largo de nuestra vida, los temores nos acompañan desde la cuna a la vez que expresan a la perfección lo más recóndito de nuestros deseos.

Temer algo es desearlo fantasiosamente. Una pesada carga para nuestro sistema de razonamiento lógico, una lógica ilógica, pero certera. Siempre que nos preguntamos el por qué de determinado temor chocamos con la figura del absurdo y solemos decirnos que no existen demasiadas razones para temer esto y aquello. Por supuesto hablamos de los temores extraños, no los simples, que en general a nadie preocupan pues forman parte de nuestra adaptación al entorno, nos referimos, pues, hoy, a los temores que no encuentran ninguna explicación. Gracián no estaba muy de acuerdo con la equivalencia simbólica temor-deseo, pues afirmaba que donde acababa el deseo comenzaba el temor, pero el mero hecho de reunirles ya es sospechoso.

Si la angustia es o no sin objeto, es asunto complejo y no nos vamos a meter ahora en camisa de once varas. Pero que los miedos tienen un objeto y concreto es claro. Se teme a la oscuridad o a un determinado animal o a una persona concreta. Y de todos los modos de activación de un temor el que más me ha sorprendido siempre es el temor que se dispara cuando se observa a una persona que tiene miedo. Sólo ver su expresión en la cara ensombrece la nuestra, lo que hace muy difícil la convivencia con una persona que tiene miedo. Vivir con una persona que es temerosa, contagia y ensombrece el ánimo.

Uno de los grandes frenos para la ilustración, para el pensamiento libre, para el avance social, para la acción de los emprendedores, para los vecinos ilustrados de nuestra época son los temores. La nostalgia, la inacción, el goce de la repetición, se alimentan de temores infundados.

Ahora bien, combatir los temores de una persona concreta es tarea ingente, pero es posible si sabemos pertrecharnos con buenas armas y desactivar los fundamentos ilógicos de la lógica del temeroso. Sin embargo, combatir los temores de un colectivo social, de una ciudad, de un grupo o pueblo, esto me parece una gesta épica para el vecino ilustrado, que tiene que emplearse a fondo para romper las inercias que llevan a los temerosos a unirse entre sí y a hacerse fuertes defendiéndose de toda reforma social, de todo avance, de toda modificación de sus status, de sus privilegios, de sus pequeños montones de objetos, empeñados como están en que todo tiempo pasado fue mejor, y que el futuro no va a depararnos más que catástrofes de todo tipo. Los temerosos del siglo XIX ya decían lo que decían, sólo hay que leer sus novelas. Los nuevos temerosos del siglo XXI se reúnen para desalentar a los jóvenes que ‘quieren comerse el mundo’, y son, dicen, ignorantes de sus múltiples peligros.

El “metus” llega a paralizar. En el fondo, es eso lo que se busca, la parálisis. Cuando hablamos de grupos sociales, sabemos que la parálisis es a lo que suelen tender los grupos y asociaciones, a confort del no hacer nada. El temor atraviesa la espina dorsal de las formaciones políticas, sociales, económicas. No distingue de colores.

El gran antídoto para el temor, la vacuna a mano, es la confianza ciega en el fondo de bondad del ser humano, en la generosidad y entrega que hemos encontrado los unos en los otros, desde la cuna, cuando nos empezaron los primeros temores, la ayuda inestimable que nos dieron los más cercanos y, en ocasiones, los desconocidos que se cruzaron en nuestro camino.

Por todo ello, acaso, sólo tendríamos que temer que nos entre algún día algún temor y nos impida ser agradecidos.

Publicado en DIARIO PALENTINO el 20 de septiembre de 2007


3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Joder! qué rollos te cascas.¿Te cabe una "pinza"?

Anónimo dijo...

Quisiera saber si me podría decir que palabras de aliento puedo darle a la muchacha que me gusta ya que ella en 15 días se someterá a una cirugía para donarle el riñon a la hermana?

FERNANDO MARTÍN ADURIZ dijo...

Es seguro que Ud. va a encontrar las palabras adecuadas, y que serán de aliento, si de verdad desea alentar.
Pero quizá sirva con estar junto a, con escuchar, con permanecer silencioso a su lado, con asegurar a su muchacha que Vd. estará también a su lado en las horas siguientes a la cirugía.
Le voy a dejar mi mail por si necesita más aclaraciones: adurizfm@gmail.com
Espero le sirva de ayuda, y gracias por confiar en mi.
FMA