jueves, 25 de enero de 2007

El secreto





Opinión
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Jueves 25 de enero de 2007 , Palencia.

VECINOS ILUSTRADOS

El secreto

Se sabe que secreto viene del latín secretum que viene a su vez de secernere que significa tamizar. Es decir, que ha de separarse con un tamiz lo que es público de lo que es privado, y aún más, lo que es del orden no de lo privado sino de lo íntimo. Este reducto encierra el tesoro de los secretos, ignotos incluso para uno mismo. ¿Cómo enterarse de los secretos que uno lleva dentro?

Leer el libro que llevamos encima todo el rato, nuestro propio inconsciente, no es una mala primera aproximación a la inteligencia del problema, a saber algo más acerca de los propios secretos. Leer mi propio inconsciente es leer mis ‘lapsus’, leer mis sueños, leer la lógica de las elecciones de mi vida, leer la lógica de las decisiones vitales que he tomado, leer las causas de mis enfados, de mis abatimientos y de mis momentos de tristitia. En definitiva ese es un camino para no morir demasiado ignorante. Aunque ya se sabe que en materia de ignorancias, ninguno estamos libres, tal es el afán diario al que nos entregamos con fruición y deleite por no querer saber.

Si una familia parte siempre, en su constitución, de un secreto, lo que unió a sus fundadores, a veces lo que se denominan secretos familiares no son sino sucedáneos de ese auténtico secreto que liga desde el inicio y da consistencia. Andar enredando en su inteligencia, husmear en sus vericuetos sólo complica las cosas.

Los secretos de los grupos, que a veces se comportan como una familia, lo que es un problema, también son pasto del interés de los fisgones. Los secretos de los equipos de fútbol son pasto de la prensa más ávida de noticias de escándalo; los secretos de los famosos ahora son alimento de las televisiones, de casi todas; los secretos de la política dan de comer a tertulianos y politólogos. Y así.

Hay, entonces, una lucha ilustrada por afirmar el derecho al oscurantismo. ¡Quién lo diría! Ilustrados, herederos de las pugnas históricas de las Luces frente al oscurantismo de todo tipo, ahora en la trinchera contraria: reivindicando el derecho al secreto. Suplicando que finalice el obsceno y morboso espectáculo que busca dar fin a todo tipo de secretos.

Los vecinos ilustrados hacen bien en oponerse a Kant, firme defensor de decir siempre la verdad, cuando en Sobre un presunto derecho de mentir por filantropía, llega a decir que no se debe mentir ni cuando un asesino pregunta por el paradero de un amigo. Hacen bien porque hay que desconfiar de quien siempre dice la verdad. Es que no leyó a Rousseau: «mentir en beneficio propio es impostura, mentir en beneficio ajeno es fraude, mentir para perjudicar es calumnia; es la peor especie de mentira. Mentir sin provecho ni perjuicio de otro no es mentir: no es mentira, es ficción».

Los vecinos ilustrados, que saben que la verdad tiene estructura de ficción, hacen bien en no revelar los secretos, hacen bien en aprender a fingir, hacen bien cuando usan el semblante debido en cada ocasión, y aceptan que el otro no tiene por qué revelar ese su secreto más querido.

Los vecinos ilustrados del futuro se las tendrán que ver con las prácticas abusivas de vigilancia permanente, desde lo más zafio de las cámaras en calles, transportes, hospitales, fábricas y escuelas, hasta las nuevas y sutiles formas de vigilancia y control de la intimidad; tendrán que pelear con la enfermedad de los evaluadores, con la fiebre de los controladores de calidad y demás especies, y con la manía de los Observatorios de casi todo; tendrán que pelearse con los herederos de Bentham y su nuevo panoptismo. Toda esta gente quiere erradicar de la vida social, académica, laboral, ciudadana, las pérdidas de tiempo, el sentido del humor, las conversaciones interminables, los enamoramientos que desconcentran, los acontecimientos imprevistos, el déficit de atención, los poetas, las arrugas, y…los secretos. No pasarán.


Publicado en el Observatorio PSI: http://www.observatoriopsi.com/premsa.htm


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