martes, 2 de enero de 2007

Control emocional en jovenes y adolescentes


Breve Resumen del Seminario impartido en las V Jornadas regionales “Menores en situación de riesgo”, organizado por la Fundación Aldaba-Proyecto Hombre de Valladolid el 27 de octubre de 2006.

...Una definición que se enseña hoy a los bachilleres: “Las emociones son respuestas fisiológicas que se ponen en marcha ante determinados estímulos externos y surgen como respuesta al significado que otorgamos a determinadas situaciones”. Lo importante de la definición es que la pregunta a formular entonces es acerca del significado que el sujeto da y lo otro, la respuesta fisiológica, importa menos. Una lista amplia de emociones incluiría, pues, la angustia, la ansiedad, el asco, la alegría, la rabia, la ira, el enfado, la agresividad, el miedo, la aversión, la fobia, la sorpresa, la tristeza, la pena, el desprecio, la sumisión, el aburrimiento, la frustración, la decepción…

...Una primera aproximación al problema de las emociones es entonces discutir si pueden o no racionalizarse, clasificarse, entenderse, amoldarse, controlarse mediante lo simbólico a mano. O son más bien, incontrolables, impredecibles, más reales, más cosa-en sí-, que susceptibles de razones, de controles, de límites. ¿Es posible controlar las emociones? De entrada podemos aislar como que no todas y todo el tiempo y en todos los sujetos.

...No nos interesan, pues, tanto las respuestas fisiológicas de las emociones, como su lenguaje, lo que quieren decir para el sujeto. Y mucho menos pensamos que sea lo mejor el indicar constantemente fármacos y lanzar después el ¡tomate la píldora y calla! Desde luego el organismo tiene su recorrido. Pero el organismo en el ser que habla, es un organismo atravesado también por el significante, y entonces, desde ese momento, pasa a ser también un cuerpo. Nunca debemos confundir organismo y cuerpo.

EMOCIÓN Y SUBJETIVIDAD

Hay acuerdo unánime en que la emoción es una experiencia subjetiva. A los estudiantes de psicología se nos enseñaba en los ochenta que «…la clasificación de una emoción depende, de la interpretación de la persona, de la situación que la provoca». Se dice: la emoción es una experiencia subjetiva, luego sólo podrá conocerse si se pregunta directamente al sujeto cuál es su estado emocional. La objeción es que ni aún preguntando estamos seguros de que el sujeto sepa o quiera decirnos en realidad cuál es su estado emocional. El Diccionario particular de cada uno hace que haya que hacer previamente un trabajo de desbroce para saber qué significa que un joven tenga determinada emoción. A veces se usan términos muy manidos, o leídos de Internet. Cada sujeto querrá decir una cosa cuando nos cuenta que tiene ansiedad o tristeza.

Producir vergüenza sin fijar a un goce

Hay vergüenza cuando está presente -o ausente pero presente simbólica y metafóricamente hablando-, la mirada del Otro. Hay en la historia de todo sujeto el día en que empieza el pudor. Y hay el día en que se presenta la vergüenza. Es un lenguaje y un índice. Lo hemos trabajado en un artículo, y en un epígrafe titulado “Las operaciones de rubor facial”: ‘Mientras que producir vergüenza sin fijar a un goce sería nuestra finalidad en psicoanálisis puesto que, tal y como señala Hebe Tizio en Freudiana, «el rubor -que dice en el cuerpo y no en la palabra- calla y denuncia, al mismo tiempo, una verdad», los objetivos de los implantes de chips de titanio ETS-C, a través de una simple operación donde se practica una simpatectomía torácica selectiva, son impedir el enrojecimiento facial. Así es como se trata mediante la cirugía, la ereutofobia, el miedo a sonrojarse. Se consigue, después de la operación, mentir, disimular, ofrecer otra cara, a cualquier interlocutor, quien no vería el sonrojo -hay pequeños efectos secundarios, uno es la sudoración en exceso en la espalda en el 50% de los casos-, y así se supone que se cura la fobia social”.

Los efectos de abordar la vergüenza de un modo o de otro, saltan a la vista. El control emocional de la vergüenza puede efectuarse mediante una operación de fin de semana –proliferarán, sin duda, es un signo de nuestro tiempo la manipulación de nuestro organismo para alejar la falta, en una suerte de ideal de completud y de negación de la finitud de la existencia humana-, o bien puede ayudarse al sujeto vergonzoso a reconocer en su síntoma las huellas de su particular deseo. Es tarea de quien se encuentra en su trabajo con adolescentes, el saber avergonzar, a la buena manera, sin fijar a un goce.

El Miedo y la fobia

Se sabe la respuesta fisiológica del miedo: corazón que late con fuerza, la respiración que se acelera, pupila que se dilata, manos que sudan, la musculatura que se tensa, la famosa segregación de adrenalina, el aumento de glucosa en la sangre, etc. Pero se desconoce el origen concreto de cada miedo. Y el origen concreto de cada fobia. Desentrañar la coyuntura de desencadenamiento es prioritario.

El control emocional del miedo y la fobia no pasa por acercar al sujeto lo más cerca posible del objeto fóbico, no pasa por ejercicios de relajación. Todo eso está bien como elementos de juego, de acercamiento a la inteligencia del problema, si se quiere, o como nobles formas de desangustiar. Pero lo esencial es mostrar la lógica de la presencia del deseo inconsciente en juego, en ver por qué la fortificación del sujeto aparece como prevención antes de que aparezca el objeto que causa fobia o miedo. Entender, en feliz fórmula de Lacan a la fobia, pues, como deseo prevenido. Miller lo expresa con un ejemplo muy gráfico, el ejemplo de la historia de Diana y Acteón diciendo que “cuando el deseo del Otro se aproxima al sujeto, aparecen los perros y se dirigen contra el sujeto mismo”.

La culpa
Sigamos a Éric Laurent en esto: “¿Por qué no desculpabilizar? No es solamente porque Freud era muy prudente en desbloquear las barreras de la civilización. Es porque se trata de alcanzar por la culpabilidad la división del sujeto. El psicoanálisis constata que el sujeto neurótico es siempre culpable de gozar y de existir, lo que Freud llamó la culpabilidad inconsciente”. No es oportuno, por tanto, desde nuestra posición, desculpabilizar al jóven o adolescente que nos reitera su culpa, pues cuando alguien se siente culpable, tiene las mejores razones para ello.

La prisa y la espera

Escribió nuestro colega José Antonio Naranjo, que la prisa no era cuestión de tiempo, queriendo remarcar el factor lógico en la prisa, frente al mero contador de tiempo: «Cuando la verdad está cerca, el sujeto tiene prisa. Es, podríamos decir, una de las formas en las que se vive el horror a la verdad, a la par que la forma de atenuar la angustia venida de ese horror. Es por tanto, una forma de vivir la angustia. La verdad está cerca, pero el sujeto no puede conocerla en tanto alienada en los significantes del Otro».

La emoción de vivir a un ritmo frenético ha dilapidado las esperanzas en la función terapéutica de la espera. Sus consecuencias se viven en la consulta del psicoanalista y en las de los educadores que conocen bien su trabajo y saben que el tiempo es sabio. La función psicológica de la espera es la de acompasar el ritmo de vida y el ritmo de reflexión, el de permitir el despliegue tranquilo de los significantes en la historia de cada sujeto, en dar tiempo al tiempo para constatar los efectos. En vivir el momento y en la escena y no en avanzar la escena del futuro mezclándola con las escenas del pasado en un batiburrillo que nos recuerda la diferencia abismal con otros tiempos como ha señalado Stefan Zweig en El mundo de ayer, en una frase feliz, ‘la edad de oro de la seguridad’. Pero la prisa hace que a la emoción se la quiera tapar, ocultar, o curar por completo, a ser posible, con la píldora mágica y única. Como hemos señalado en otro sitio, «se va a hacer difícil de transmitir la idea de pasar vacaciones leyendo, de fines de semana tranquilos, de tranquilidad ante la espera. En el siglo XVIII en música, adagio, era tempo sin prisa. En el XXI se diría que incluso la música tiene prisa».

Se impone incorporar progresivamente en los adolescentes y jóvenes a quienes guiamos el vísteme despacio que tengo prisa napoleónico.

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©Breve resumen de Cómo trabajar el control emocional con jóvenes y adolescentes. Una cuestión preliminar ante todo tratamiento posible del control emocional con jóvenes y adolescentes. V Jornadas Regionales. Fundación Aldaba. Proyecto Hombre. Valladolid: Feria de Muestras. Octubre de 2006. Inédito.




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