Identificaciones
Una identificación supone una
transformación. Los niños, desde la cuna y durante toda su infancia imitan a
los otros, conscientemente. Pero la identificación no es una imitación, es
inconsciente. Puede ese infans vivir toda su vida sin saber a quién está
identificado. Es en el estadio del espejo (hasta los dieciocho meses)
cuando comienza pues, la asunción de la imagen, y la transformación
subsiguiente.
Más adelante, toda esa
acumulación de rasgos identificatorios (maneras de sentir y de pensar, modos de
aceptar las cosas, estilos de adaptación a lo nuevo, formas de comunicación,
uso de la mirada y el silencio…) van dando forma a una identidad, a una máscara
de presentación social, esto es, a una personalidad. Un conjunto artificial, y
sobre todo provisional, pues esos rasgos tomados del campo del Otro materno,
del Otro paterno, del Otro educador, del Otro social, permiten sostener un
edificio corporal y mental inestable, de prestado.
Fuente de problemas, por otro
lado, pues andar por la vida con esos aditamentos prestados es causa de
desajustes e incomodidades. Un día habrá que deconstruir. Además, las frágiles
identificaciones de algunos sujetos van parejas a las líquidas identificaciones
de nuestra época, cambiantes y poco estables. Identificaciones que conducen a personalidades
“como si”, sujetos que son auténticas copias falsas tomadas de su entorno, y
todo ello mutante.
Se entiende así que, sin
transitar por las identificaciones, todo trabajo psicológico está condenado al
fracaso, en especial el bienintencionado, aquel que se dirige al astuto ego.
Se entiende así lo banal de armonizar disonancias cognitivas, de intentar
modificar conductas, de enseñar relajaciones, de encantar con positividades, si
la linterna no apunta al sostén identificatorio.
No todo el mundo tiene la suerte de ser huérfano, (Jules Renard en su autobiográfica novela Pelo de zanahoria,
cuando se la hace decir a su personaje de doce años François Lepic), apunta al
confort de evitar paternidades/maternidades horrendas, y familias desastre.
Pero las identificaciones son inconscientes. Y nacen en el espejo.
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