jueves, 23 de abril de 2020

Actos obsesivos


Publicado en DIARIO PALENTINO el 23 de abril de 2020 
Actos obsesivos
Los actos rituales, ceremoniales, están ya tan incorporados y naturalizados que pasan inadvertidos. Pero cuando se convierten en un tormento diario, cuando su práctica consume demasiado tiempo, cuando comportan sufrimiento, entonces es asunto del psicopatólogo.
Hay literatura suficiente: sujetos que para dormirse necesitan colocar de una determinada manera los objetos de la habitación, circuitos de higiene extenuantes, pertinaz insistencia en contar y recontar las cosas, pormenorizar relatos abusivamente, o fabricación febril de listas, (hay que leer El vértigo de las listas, de Umberto Eco). Es decir que no haya espacio entre un significante y otro significante.
Cuando el deseo, como barrera, no alcanza; cuando olvidar, como bastión, no es suficiente, al sujeto obsesivo le resta su pasión por el sentido, por buscarle el sentido a todo. Su estrategia campea entre la demanda y el deseo, por eso suplica que le pidan (Lacan). Se queja, pero le encanta que le pidan, de ese modo se pasa la vida haciendo favores, al servicio de los intereses de los demás, oblativamente esclavizado. Está tan ocupado en responder a los pedidos que no dispone de tiempo para preguntarse por el propio deseo.
Recurre a pequeñas hazañas a fin de satisfacer a su Otro del momento, a quien nombra registrador y notario. Ante ese Otro al que sirve se comporta peculiarmente: primero construcción,  colmar de elogios, para después destrucción, directamente ponerlo verde.
Odia la palabra improvisación, y ama la palabra protocolo, que todo siga unos rígidos pasos, automatizando así la vida, alejando todo atisbo de improvisación, aliento creativo, invención.
Como se ha hecho fuerte en los meandros de la burocracia, santuario de actos obsesivos rituales, enlentece todo, creyendo que así ahuyentará la contingencia. Y en su peculiar religión privada, estos actos rituales, (“mis pequeñas manías”), incluye el tabú de contagio, no dejarse contaminar por el otro. Atmósfera ideal estos meses de aislamiento.
La vida sin acontecimientos imprevistos. Ni virus: ¿qué hace aquí ahora en abril de 2020 saltándose el protocolo y estropeando los planes?



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