martes, 13 de mayo de 2014

In Memoriam de Don ANTONIO

Ayer falleció Don Antonio Cruz de Fuentes a la edad de 100 años, uno de los palentinos más grandes, un gigante intelectual, uno de los últimos alumnos vivos del INSTITUTO-ESCUELA…
Reproduzco algunas de las columnas que le he dedicado en DIARIO PALENTINO.


ANTONIO JESÚS CRUZ FUENTES
Pocas columnas habré ideado escribir tanto tiempo, y ahora con tanta emoción como la dedicada al paradigma del vecino ilustrado, Don Antonio. Quizá los más mayores sepan de sobra a quien nombro, pero los más jóvenes, y de entre ellos quienes leen, deben de saber que en Palencia tenemos a un vecino que acaba de publicar un nuevo libro y a la edad de 98 años.
Su regalo me conmovió, y no pude dejar de leer una y otra vez su dedicatoria: Para Fernando Martín, de su buen amigo. Recibir ese título, mantener su conversación desde hace años, y aprender de su sabiduría es ciertamente una gran suerte para quienes lo tratamos.
Su Juan de Gante. Príncipe de Inglaterra, (2011, Palencia) editado para donar a Bibliotecas Públicas, es un estudio conciso sobre alguien que pretendiera el trono de Castilla, necesario para conocer por qué las mujeres palentinas y Lancaster están relacionadas, hasta en nuestro himno, o conocer la intrahistoria de este personaje de leyenda, y usando sólo bibliografía de habla inglesa. El epílogo, sorprendentemente es una proclama de Don Antonio Cruz quien anticipa meses antes lo que ha sido el 15-M y la spanishrevolution, más una singular declaración de deseos: «Esperemos que llegue el tiempo en que todo tirano sea destruido en su concepción. Tiranos políticos, económicos, sociales o ideales».
Son las tiranías del peso de los ideales las peores en la subjetividad, por eso me interesa saber cómo los grandes han sorteado no perecer en su vida bajo la losa de lo ideal. Ya en su libro Testimonios y Ensayos (1992, Palencia) pudimos saborear las delicias de una autobiografía intelectual a la altura de la de Popper: su bachillerato en el Instituto-Escuela desde los 10 años; su Internado en la Residencia de Estudiantes, por donde andaban los Buñuel, Lorca, Alberti; su amistad con los Galdós; su viaje a Palencia con Gregorio Marañón, médico de su padre; sus madrugadas de estudiante en la Biblioteca de la Residencia con dos lectores, él con 18 años y el autor de Niebla, Don Miguel de Unamuno; el encuentro con Franco cuando vino a visitar su fábrica; su estancia en Cambridge... Hoy, Don Antonio desde un flamante iPad, los programas de voz en su portátil y ahora un nuevo Mac, sigue la actualidad como no lo hacen muchos jóvenes. Desde su altura, donde sólo llegan los mejores, los más brillantes, desde su particular "Colina de los Chopos", en una suerte de Juan de Gante palentino, nos muestra cómo es posible y deseable ser mejores cada día, y cómo se puede dedicar toda una vida a poner la propia inteligencia al servicio de los demás.

http://www.diariopalentino.es/noticia.cfm/Opinión/20110707/antonio/jesus/cruz/fuentes/03FAC648-EAAA-A46B-7DCF9C6DA8C0D46C







Centenario lector

Acaba de cumplir los cien años. Y sigue leyendo. Don Antonio-Jesús Cruz de Fuentes, nuestro ejemplo de vecino ilustrado, ha cumplido con lo que él mismo denominaba hace ahora un año, una marca deportiva, cumplir los cien.
Rindo homenaje a este palentino del que he escrito en otras columnas resaltando su posición de ‘entre los mejores’ de los palentinos ilustres, y lo hago ahora que acaba de cumplir sus cien años volviendo a leer sus libros. Porque Don Antonio, brillante industrial que aportó a la ciudad su sabiduría empresarial, es también escritor. Ha publicado El sentido de las cosas (2012), Los Trastámaras (1998), Testimonios y Ensayos (1992), Juan de Gante (2011), y confío en que en este 2013 saque a la luz un nuevo libro. De hecho en una carta que me envío el año pasado ya decía : “parece que tengo que hacer uno cada año”.
El caso es que releyendo sus textos, uno siempre encuentra una perla. Y en esta ocasión hay una excelente descripción de la felicidad. En “El tapiz de mi vida”, de su último libro, Don Antonio señala su idea de la felicidad: “No voy a decir que mi juventud fue infeliz, porque mentiría gravemente. Yo tengo la sensación de haber vivido mis años jóvenes muy felizmente. Y aquí vengo otra vez, a defender mi idea de que la felicidad es un estado peculiar de nuestro ánimo que puede desarrollarse incluso cuando pasamos por sucesos ingratos.”
La felicidad como un estado peculiar, entonces, nos enseña Don Antonio Cruz. Un estado peculiar quiere decir que no encaja fácilmente en clasificación alguna, de lo que podemos deducir que la felicidad es un inclasificable. Es mejor verlo así, a mi entender, que pensar la felicidad como un asunto químico, como un factor de la política, o entender que la felicidad pasa por la ñoñería de la armonía social. Pueden guardar sus teclados los sagaces descubridores de la clave de la felicidad y de sus libros de autoayuda, pueden guardarse sus fórmulas los creadores de la píldora de la felicidad, y pueden dejar de buscarla los cerebros del entrenamiento asertivo. Da igual, puesto que como ha dejado escrito Don Antonio cada quien sabe encontrar sus momentos felices en la vida incluso cuando pasamos por sucesos ingratos.

Es una bella forma de decir que no hay que pelear mucho para ser felices, basta con no afanarse en serlo. Sobra con entregar una vida al servicio de los demás. Máxime si es una vida repleta de sabiduría y buen hacer al estilo de nuestro centenario lector.



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