Cuando la mortalidad infantil era la que era, el dicho era
‘faja o caja’. También el General Prim dijo ‘caja o faja’, muerte o fajín de
general.
Mientras leo a escritores palentinos actuales, el Sosegadamente, de Paloma Ortezosa, el
estudio que me acaba de enviar Alonso Burgos de criminología, mientras espero
sumergirme con deleite en el Me olvidé
decirte…de Abbé Nozal, y en la última obra poética de Julián Alonso, no
puedo dejar de pensar en que también nuestra ciudad se encuentra en la
disyuntiva dramática del faja o caja, en lo que se refiere a su vida intelectual,
a su pulso vivo cultural de ciudad de vecinos ilustrados.
Por supuesto que se convocan actividades, ya lo sé. Muchas.
Quizá la oferta -término de los mercados-, sea adecuada a la demanda, no lo
discuto. Sé que hay muchas personas que han hecho de esto su oficio y a la vez
tenemos a muy buenos diletantes. Lo sé. Hay buenas instituciones culturales, ya
lo sé, y hay buenos festivales, coloquios, convocatorias, ciclos. Ya. Pero no
hay faja.
Hace tiempo que no logramos encadenar varios acontecimientos
imprevistos. Y cuando lo que hay es previsible, estamos en medio de la
atmósfera de la repetición, a lo Kierkegaard.
Hay mucho de cumplir el expediente y ‘hasta el año que viene’. Hay poco de
una ciudad que vibra, que sorprende, que entusiasma, que tira de la realidad
–es decir de lo que no existe sino a cambio de aceptar y entender la realidad
subjetiva como auténtica realidad/jefa de operaciones–.
Una ciudad muy pequeña y provinciana, pero que ya lo era
como primera Universidad hispana, puede crear atmósfera intelectual, de
estudio, de gusto por el saber, por las vanguardias, por lo nuevo y original,
puede atraer a escritores, pensadores, creadores, puede marginar la causa nostálgica
y a sus portavoces. Puede encumbrar el pensamiento crítico, a lo Libro de Alexandre.
Estuve presentando un libro en Burgos la semana pasada y
allí la Asociación de Libreros hablaba de ‘ciudad del libro’, y me mostraron el
Museo del Libro. Lo museístico está bien, pero es muy mortecino, muy de la caja y poco de la
faja.
Un capítulo de La
primera universidad hispana, de María Jesús Fuente, “El desfallecimiento
del Estudio General”, parece referirse a nosotros ahora en 2013. Por eso si en
la primera mitad del siglo XIII Palencia era la ciudad castellana más activa
cultural e intelectualmente, y si además en el XIX tuvimos el Ateneo de Palencia, por qué no apoyar la
vida intelectual en el XXI. Opino que eso o caja.
Publicado en DIARIO PALENTINO el jueves 7 de marzo de 2013.
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