viernes, 5 de octubre de 2012

Inmensa minoría


VECINOS ILUSTRADOS. 

Tras evocar el otro día con Gustavo Martín Garzo el aserto de Juan Ramón Jimenez de la inmensa minoría, no logro pasar página y olvidarme de esa expresión. Borges decía que "sólo una cosa no hay. Es el olvido".
Por ejemplo, me pregunto si es inmensa minoría el intelectual clásico, que lee y opina y escribe, o su papel estaría mejor junto a quienes participan en las manifestaciones, junto a quienes salen a la calle a proclamar su hartazgo, al lado de quienes piensan que las cosas podrían cambiar.
Se me ha ocurrido que la imagen de los intelectuales españoles podría salir fortalecida si se los viera estos días entre esa masa de gentes que pululan en torno a Neptuno. La imagen de quien canta eso de 'disculpe el señor, pero en el recibidor hay gente que pregunta por usted, es gente que no tiene nada de nada'.
Un dirigente ha dicho que le parece muy mal que se retransmitan en directo las manifestaciones. No ha entendido nada. No son manifestaciones al uso, previsibles, de procesión con pancartas, sino que son la historia viva de una época convulsa radicalmente distinta. Lo pude comprobar el viernes pasado en Madrid cuando de Atocha a Neptuno había una ola de gente que no es que se manifestara, es que busca denodadamente un interlocutor. No va a asaltar ningún cuartel de invierno, no. Quiere un poco de cuartelillo. No niego que inconscientemente busquen un amo, pero portan otro aire.
Por eso las televisiones, que buscan su beneficio, claro, saben que eso es noticiable, porque aunque haya cinco mil, quince mil personas, -ojo, de todas las edades, de todas- que protagonizan el asunto prestando su cuerpo al resto, hay millones de espectadores ávidos de saber.
Juan Ramón Jimenez no escribió nunca un poema ni una dedicatoria a la inmensa minoria. Era más bien una suerte de latiguillo que decía con frecuencia, algo así como "escribo mi obra para la inmensa minoría que puede entenderla". Pero también Stendhal dedicaba sus grandes novelas a "The Happy Few", una expresión que puede querer decir "a los cuatro gatos que me leen", aunque también se interpreta que Stendhal pudo dedicar sus novelas a quienes vivían…sin miedo y sin odio.  
La verdad es que como se puede leer en uno de los 'graffiti sin muros' de Benedetti: las modas pasan, los escombros quedan. De todo este periodo nos va a quedar un resto, que nadie acierta a saber aún cuál va a ser. Pero esta inmensa minoría que alza su voz merece un respeto.

Publicado en Diario Palentino el jueves 4 de octubre de 2012.
Esta columna está escrita cuando aún escucho el eco de las palabras de Juan Carlos Tazedjian en Valencia a propósito de su intervención en el Seminario Psicoanálisis y Política. Un ejemplo de saber y de erudición, y de historia personal. A él va dedicada en el deseo de que sea de su gusto.
Y a Chema Crespo, mi entrañable amigo, estos días de viaje por América, y actual Director General de publico.es, pero siempre recordado por su paso por la política, siempre peleando por las inmensas minorías, que andan huérfanas de líderes como él.

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