lunes, 2 de abril de 2012

Crisis y Patologías

Reportaje en DIARIO PALENTINO.

(Aída Acítores, 1 de abril de 2012)

La crisis dispara patologías como la depresión, la ansiedad o el estrés

Desde hace cuatro años, los periódicos abordamos a diario el desplome de la bolsa, el mal estado de la prima de riesgo, la caída del empleo o el retroceso en el consumo. Pero pocas veces se habla de la que, probablemente, puede calificarse como la peor consecuencia de la crisis: el aumento del sufrimiento humano.
En medio de la tiranía de los datos, inseparable de la situación económica, «el sufrimiento psíquico es imposible de cuantificar como tal, no se deja atrapar por las cifras como si fuera la fiebre o el grado de una infección en el organismo», explica el psicoanalista catalán Miquel Bassols -que en mayo presentará su último libro en la Casa Junco, junto con otros profesionales-.
Pero, cifras aparte, psicólogos, psiquiatras y psicoanalistas constatan una realidad preocupante: la crisis ha disparado la incidencia de patologías como la depresión, la ansiedad o el estrés, entre otras muchas enfermedades de la mente y las emociones. Juan Donoso Valdivieso, vicedecano del Colegio de Psicólogos de Castilla y León -que acaba de abrir sede en Palencia-, subraya que la situación económica está poniendo a muchas personas en una situación límite.
«Se trata de un cambio tan brusco e inesperado que supera las competencias personales y hace que, en estos momentos, nos encontremos con un pico en los casos de desestabilización personal, angustia, desdoblamiento de personalidad y estados de personalidad límite». Al igual que Bassols, el vicedecano del Colegio de Psicólogos recuerda que no es posible reflejar esta tendencia en una cifra. «Muchos casos aparecen enmascarados con problemas de naturaleza no psicológica, por ejemplo, cuando una situación crítica desemboca en una ruptura familiar; o el mal enfoque de un negocio, en la quiebra económica. Pero sí constatamos que las consultas psicológicas o psiquiátricas se han incrementado de manera significativa desde finales de 2009». Claro que si hay un extremo que verdaderamente preocupa a los expertos es el nivel de suicidios. En 2010 hubo 21 decesos de este tipo en la provincia, cuando en 2007 y 2008 se registraron cinco cada año, según los datos del INE.
Ya en 2010, el psicoanalista y colaborador de Diario Palentino Fernando Martín Aduriz llamaba la atención, en su columna Vecinos Ilustrados, sobre esta «epidemia silenciosa» que ya se lleva más vidas por delante que el SIDA y reclamaba que los profesionales de la psicología retomen «la clínica de la escucha», que ha sido sustituida por «la clínica de la mirada». Dicho de otro modo: que se escuche al paciente y no sólo se le evalúe.

DESENCADENANTES. Sin duda, la situación laboral, familiar y económica de cada individuo afecta a su salud emocional. Pero el estado de desánimo general tiene raíces mucho más profundas, comunes a las de la propia crisis. Miquel Bassols alude a la falta de confianza como factor desencadenante. «Algunos economistas reconocidos, como Paul Krugman, han puesto todo el acento en la función que ha tenido, y sigue teniendo, la desconfianza recíproca en el desencadenamiento de la crisis actual. Fue en primer lugar una desconfianza entre los propios agentes económicos y bancarios que luego se extendió, como un reguero de pólvora, al conjunto de los vínculos políticos y sociales de manera global», destaca, y añade que la confianza en el otro toca y, en algunos casos, hunde en la depresión «la propia naturaleza del vínculo social y familiar».
Juan Donoso Valdivieso pone el acento en las expectativas que muchas personas habían puesto en su futuro, su carrera o su negocio y que, de pronto, se ven truncadas.
Sea cual sea el desencadenante, «los problemas se derivan de las propias vivencias de la persona y cada uno lo manifiesta de una manera: hay quien rompe con su ambiente familiar, quien se arruina y llega la situación de autolesión o suicidio, o quien se limita a caer en un estado de inactividad total y se niega a cualquier ayuda que pueda prestarle alguien de su confianza. Se dan situaciones de una gran desestabilidad en individuos que parecían tener una personalidad ordenada, y que desembocan en situaciones difíciles o comportamientos problemáticos».
Y dado que la influencia del entorno es, en estos casos, determinante, el sentir palentino tiene ciertas particularidades que, en este caso, le salvan de la histeria general. Fernando Martín Aduriz, consejero de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis en España, cree que «el vecino palentino es de natural austero y asentado a la tierra, a sus ciclos, a su letargo invernal, a su ciudad tranquila. No es dado a la exageración. Por eso los ciclos económicos no le afectan en demasía».
Recuerda que «el declinar de nuestra industria viene de lejos. Quizá la crisis no sea por estos lares tan traumática. Otra cosa es la interconexión de la globalización que barre el viento tranquilo local. Nadie puede esconderse». Además, subraya, «está lo sufrido de la reciedumbre palentina».
Fernando Martín Aduriz asegura que «aguantaremos», porque «el pueblo llamo siempre hemos estado en crisis, junto al férreo castillo ruinoso. La crisis de cada sujeto es más angustiante siempre que la crisis social. El problema va a ser la brecha entre quienes leen esta crisis como si fuera una tormenta que va a pasar. No han entendido que asistimos a una gran mutación del orden simbólico y, por ende, de la subjetividad.

La búsqueda de la ‘paz interior’
Un fenómeno que crece en estos tiempos de falta de respuestas es la oferta de actividades y disciplinas no científicas relacionadas con el crecimiento personal y la búsqueda de la paz interior. En Palencia han proliferado los centros donde es posible aprender técnicas de relajación como el yoga o el reiki, o las clases de risoterapia o danzaterapia y aumenta, asimismo, la popularidad de actividades culturales y de ocio que ayudan a aliviar las penas, como el teatro contemporáneo, la expresión corporal y el movimiento libre. Un ejemplo lo constituye la apertura de un Centro Budista Tibetano en Fuentes de Valdepero, el primero de Castilla y León. Celebró su primer retiro el pasado octubre y, desde entonces, ha crecido en popularidad. Su impulsora, Marga Vázquez, explica que «muchas personas están en busca de una vía espiritual. No sé si tiene que ver con el momento tan dramático que vivimos, pero la meditación ayuda a calmar la mente y a afrontar los problemas con distancia. Los problemas están ahí y hay que buscar soluciones, pero no hay que dejarse arrastrar emocionalmente por ellos y, en esto, el budismo da un método muy efectivo». Este centro celebrará su próximo retiro del 28 de abril al 1 de mayo y será bendecido a primeros de junio por Akong Rinpoché.
Por otro lado, desde hace unos años llegan a Palencia prácticas ya populares en países como Estados Unidos, del tipo Coaching o la Programación Neurolingüística, que sin entrar en contacto con las disciplinas científicas como la psicología o el psicoanálisis, buscan ayudar al individuo a reenfocar sus objetivos, planificar estrategias para alcanzarlos basadas «en la eliminación de conductas ineficaces» y promover una actitud proactiva hacia el crecimiento personal. Juan Carlos Castro, director del Instituto Europeo de PNL, subraya que estas técnicas son populares porque ofrecen resultados rápidos. «En pocas sesiones generan cambios espectaculares». La crisis destaca, a su juicio, por la incertidumbre. «Cada vez son más habituales en nuestras sesiones las personas que no saben gestionar esa emoción, lo que provoca que ellas o sus empresas entren en un bucle pernicioso que termina en autodestrucción. Hoy, más que nunca, vivimos un tiempo de cambio, donde destaca la velocidad. Es un cambio de modelo y sólo resistirán aquellas empresas y personas que estén dispuestas a adaptarse. Ya no sobreviven los fuertes, sino los flexibles».

Llegar al núcleo
El psicoanalista Fernando Martín Aduriz explica estos fenómenos en que «hay una búsqueda del ser que habla, búsqueda que atraviesa los siglos y que, en medio del creciente malestar de la civilización, toma la forma de un ir hacia el interior de uno mismo». Añade que «muchos tratan de estudiar psicología para conocerse, pero evitar el diván mediante estudios universitarios no es lo mejor: superficializa e infatúa. El problema es que cada quien tiene su síntoma y, sin él, no es posible vivir. Hay que saber hacer con él y no taponarlo, obviarlo o engañarlo con prácticas de corto recorrido. Pasado un tiempo el malestar vuelve». A juicio del consejero de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, «no se trata de borrar la singularidad de cada sujeto, que es precisamente de lo que habla el síntoma, sino de ventilar lo que insiste y se repite, saber hacer con ello. Por eso, las prácticas que no tocan al núcleo duro del modo de goce de cada sujeto son interesantes pasatiempos, pero no logran modificar la posición subjetiva».


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