lunes, 13 de febrero de 2012

Autismo, una mirada diferente


Si se mira al niño autista como alguien que no ha aprendido bien algo, o como alguien que presenta un déficit, del tipo que sea, lo suyo será la reeducación, el reaprendizaje y usar de todo el arsenal posible para paliar ese déficit. Pero si se contempla el autismo como una construcción singular, como una respuesta de un niño en un momento dado y que congela su desarrollo, propiciando una especial relación simbólica con los objetos, con los demás, con su cuerpo, con sus progenitores, con el lenguaje, entonces una mirada diferente produce efectos diferentes. En ambos, en el que mira y en el mirado.

Objeto de atenciones, o sujeto que puede decir algo. Podemos mirar al autista como objeto pasivo de aprendizajes, o como actor responsable de sus elaboraciones. Es decir, o pensamos que el niño autista tiene manías porque no ha sabido aprender adecuadamente debido a sus limitaciones, y que él no es en absoluto responsable de nada, o por el contrario si se le mira diferente y se le otorga subjetividad, puede ser tratado como un sujeto que tiene algo que decir, aunque no hable, y que por consiguiente, puede responder de sus elecciones. Por mucha discapacidad que presente, se trata de mirar lo ‘cuco‘ y ‘hábil‘ que puede llegar a ser un autista cuando se trata de hacerse entender. En ese su juego podemos aceptar jugar.

La causa del autismo, finalmente, es una causa social. En el modo de mirar que tengamos frente a los niños autistas, precisamente ellos que son quienes más pueden activar nuestra perplejidad ante el asombro de encontrarnos frente a quien no nos formula ninguna petición, en el color de la mirada frente a ellos, anidará el soplo de deseo que vamos a tener de hablarnos entre nosotros.

De como nos rompamos la cabeza para tratar de entender a quien no quiere relacionarse con nosotros dependerá nuestro empuje para seguir hablándonos. Cual Lord Byron, quien dejó escrito que salía de casa únicamente para renovar su apetito de soledad, podemos un día ir al encuentro con cualquiera de nuestros semejantes sin ningún deseo de pedir. Ese día la fractura social cuestionará la noción misma de ciudad.

Hay que decirlo, también, y socialmente, hay que ocuparse de quien trabaja o convive con autistas, que son quienes más reciben la visita del desaliento.

La ciudad no puede marginar ni segregar a quienes son diferentes, muy diferentes. Por todo ello estaré en Casa Junco, mañana viernes, junto a Iván Ruiz y José María Álvarez. Espero que el lector interesado en la causa social que es la causa del autismo, también.


Publicado en DIARIO PALENTINO el jueves 19 de enero de 2012

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