jueves, 2 de diciembre de 2010

Retraso escolar

No, no es un alumno que se retrasa, no. Quiero decir que es la Escuela como institución escolar la que vive un retraso permanente. La Escuela de primaria y la de secundaria. La pena que sentimos quienes de verdad confiamos en la valía de esta institución es porque su retraso respecto a los avances teconológicos, a los avances de la ciencia, a los avances ideológicos y sociales en general es no sólo una ley interna desde su nacimiento como institución al servicio de la sociedad, como correa de transmisión que siempre va por detrás, no. Es algo novedoso y muy sufrible en nuestra época. Nunca como ahora se le vieron tanto las entretelas al viejo invento creado para transmitir la letra.
No puedo olvidarme de la idea de Moncada en su libro 'El aburrimiento en la escuela': si un maestro del Madrid de los Austrias volviera por un día se horrorizaría en un aeropuerto pero se sentiría como pez en el agua en medio de un aula, con tiza, pizarra, pupitres, silencio, alumnos copiando de la pizarra, etc...Seguimos igual que cuando Costa pedía a comienzos del XX despensas y escuela, ocurre que a comienzos del XXI, en nuestro entorno, despensa no es lo acuciante -o sí-, pero escuela, parece que necesitamos más escuela que nunca.
Toda la crítica de los pedagogos más lúcidos a la institución desde la ideológica hasta la didáctica ha sido en vano a lo largo del siglo pasado. Las reformas en la fachada no han logrado parar el desfase entre el ritmo frenético de cambio social y tecnológico y la velocidad intramuros de una institución que sigue con su machadiana monotonía de lluvia tras los cristales. Ya no sirve un modelo basado en la enseñanza oral, en la autoridad de uno, en el agrupamiento estandarizado, en la evaluación maníaca, en el libro de texto. Fue bonito mientras duró. Pero no se cambia.
El fracaso escolar es el fracaso de la escuela. Y cargar en las espaldas de alumnos con dificultades de aprendizaje, de alumnos con déficits sociales, de alumnos que escuchan otros mensajes opuestos en la calle y en los medios, cargar sobre sus espaldas la responsabilidad del fracaso es una canallada. Son responsables subjetivamente hablando sólo en tanto el loco lo es de su locura, el impulsivo de su impulsividad, el ansioso de su ansiedad, el timido de su timidez, y el fóbico de sus fobias. Responsables que no afectados.
Por algún motivo se ama el retraso escolar: pariente directo de la desigualdad social. ¿Será por eso?

Publicado en DIARIO PALENTINO, el 4 de noviembre de 2010.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y si la escuela ya no consiste en la transmisión de conocimientos, ¿para qué es? ¿Para jugar con el ordenador y los últimos avances tecnológicos mientras se insulta al profesor por "autoridad" caduca y trasnochada? Pregunto.

¿Y qué tiene que ver eso con la desigualdad social en un tiempo en que precisamente por igualar por abajo las aulas están llenas de un alumnado tan heterogéneo que impide dar una clase en condiciones? Mucha retórica de tinte regeneracionista edulcorada por la pedagogía cargada de buenas intenciones, pero que a nada conduce. En fin...