jueves, 22 de abril de 2010

Provincianismo y viaje



Estos días los vecinos hablan del viaje. Tras los días viajeros viene la narración. Y es curioso encontrar ciertos rasgos comunes en los relatos.

Por un lado, los palentinos que viajan se encuentran palentinos por cualquier sitio, hasta en el más remoto lugar se encuentra un palentino, o un descendiente de palentinos, o alguien casado con palentinos. ¿Cómo es posible que de una ciudad tan pequeña hayan salido tantos vecinos? ¡Nuestra diáspora es interminable!

Por otro lado se constata la proverbial necesidad del viaje. No de la misma manera que se huye de las grandes ciudades donde la atmósfera, el ruido, la prisa, los otros, obligan a la gran escapada puente tras puente, sino al modo de la pequeña ciudad que muestra sus límites también, más del lado de la rutina, de la intensidad de la vida social, del agobio del saludo cotidiano, de la repetición en suma. Es viajero el palentino por ese lado, por el de traspasar el límite provinciano si se quiere, o por la imperiosa necesidad de abrir lo ojos a otros espacios, otras gentes, otros colores, otra cultura. Se suele decir que el nacionalismo se cura viajando. Otro tanto entonces puede decirse del provincianismo. Pero ¿hay que curarse del provincianismo?

Fenómeno extraño éste el del provincianismo. ¿Qué tiene de malo ser provinciano? ¿Acaso existe alguien que no haya nacido en una provincia? No parece. Sin embargo, basta decir que se es de Teruel, de Zamora, o de Palencia y a continuación el interlocutor, si cree haber leído algo, exclamar: 'y tú, ¿eres provinciano?' Me parece que sí que lo soy. Pero me parece que no hace falta haber nacido en una ciudad pequeña, en una provincia, en 'provincias', para ser provinciano. Los capitalinos adolecen de provincianismo tanto como los que no hemos nacido en 'la capital'. De hecho sucede que en ocasiones el capitalino desconoce el mundo mucho más que el provinciano. Conoce su calle, su barrio y cuatro avenidas de su gran ciudad.

Pero hete aquí, que el provinciano puede desplegar el mapa y señalar los lugares del mundo en donde ha puesto su provinciano pie. Porque una ola de repetición y de curiosidad le empujó desde siempre, cuando no la necesidad del trabajo o de oxígeno. Ocurre que la singularidad de cada uno conlleva un invisible empuje a la repetición, a lo mismo y eso se reproduce, aquí, en la provincia, y allí, en la diáspora. El provincianismo se cura con viajes pero por la geografía interior. Otra diáspora.

Publicado en DIARIO PALENTINO el jueves 15 de abril de 2010

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