miércoles, 17 de febrero de 2010

Amores secretos

De entre todos los escándalos del amor, los amores secretos ocupan un lugar de privilegio. A escondidas, con alcahuetes, en perpetuo ensoñamiento, con déficit de atención a las cosas e hiperactividad episódica, saboreando el encanto de su encanto, sumergidos siempre en un halo de misterio, acechando al gran disgusto, en perpetuo temor a ser sorprendidos, todo ello figuras que acompañan las temporadas de amor secreto. Quienes se han visto vivendo amores secretos cuentan, pasado el tiempo, que jamás lo cambiarían por nada.

Y es que, ampliado el concepto, encontramos que ya desde la infancia el amor secreto visita el corazón de los más pequeños. Otra cosa es que lo sepamos reconocer los adultos, y lo que es más importante, otra cosa es que sepamos estar a la altura de nuestros propios recuerdos, por lo general olvidadizos de nuestros propios enamoramientos inconfesables.

Si no es posible evitar enamorarse, a resguardo siempre de la voluntad consciente, hay que admitir que algo de secretismo siempre ronda al enamorado. Hasta el punto de que el secreto puede incluir al propio interesado, que no se 'cosca' de que ya empezó a enamorarse. Es el escándalo de los amores no correspondidos, pues partiendo de la base de que los sentimientos siempre son recíprocos, se justifica la verdad del dicho 'me amas aunque no lo sepas'.

Ahora bien, más allá del secreto inconfesable para uno mismo, cuando el amor secreto incluye a dos, hace bien en ser mantenido a resguardo de la mirada de terceros. ¿Qué les va a los otros en el asunto? ¿Contribuirán a mejorar el amor, a mantenerlo en el tiempo, a hacerlo saludable? Dudoso. Más bien inmiscuirse, evaluar, juzgar desde la ética, desde la suya, claro. Cuando no intentar influir para que se termine, para que se haga público, para que se castigue de las mil formas que las distintas civilizaciones han inventado, desde las penas más absurdas hasta el refinamiento sutil del castigo psicológico. Vivir la vida de otros es un mal recurso, pero pocas cosas como los amores secretos concitan tanto el interés del gran público, de la vecindad, de los parientes. Hacen bien entonces los amantes, lo sean o no, en mantener su amor en secreto. En reducir su mundo a dos, o como escribe Barthes, remedando el nombre de aquella revista sentimental que se llamaba Nosotros dos. Un pequeño cosmos, con su tiempo y con su lógica. Y su peligro.

Publicado en DIARIO PALENTINO, el jueves 11 de febrero de 2010.   

2 comentarios:

Anónimo 7 dijo...

¿A resguardo de la mirada de terceros? Desde mi punto de vista y experiencia, el tercero es un elemento indispensable para el amor exista. El tercero, la amenaza, da sentido.

Uma Thurman dijo...

Desde la esperiencia,discrepo. Si la historia es breve tiene su encanto, cuando se alarga, me atrevo a decir que alguno sufre añorando compartir el sol. Yo si lo hubiera cambiado