martes, 26 de enero de 2010

Nuevas técnicas de gestión empresarial


Pocas veces un artículo de prensa me ha parecido más certero. Ha sido publicado hoy 26 de enero en EL PAIS:








Sidi Mohamed Barkat, ayer en Barcelona.- TEJEDERAS


"La lucha de clases se ha trasladado al interior de cada trabajador"


J. M. MARTÍ FONT - Barcelona
EL PAÍS - Cultura - 26-01-2010

"El trabajador ha sido transformado en una especie de empleador de sí mismo. El sujeto emplea al cuerpo. La lucha de clases se ha trasladado al interior del individuo". La serie de suicidios ocurridos en Francia en los lugares de trabajo sería una de las consecuencias de esta nueva organización del trabajo. Ésta es la tesis que sostiene el filósofo Sidi Mohamed Barkat (Tlemcen, Argelia, 1948), profesor e investigador del Departamento de Ergonomía y Ecología Humana de la Universidad de la Sorbona, que ayer pronunció una conferencia en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona sobre El futuro del trabajo.

Barkat, que fue director del Colegio Internacional de Filosofía de París combina su condición de académico en la más pura tradición de la excelencia francesa, con sus orígenes argelinos, lo que le ha permitido investigar en el campo de las identidades de los individuos y hurgar sin trabas en la memoria de la colonización o el terror como arma política. Los franceses contra el terror de Estado. Argelia 1954-1962 y Les artifices du pouvoir colonial et la destruction de la vie (Éditions d'Amsterdam, 2005), son dos de sus obras más importantes. Actualmente estudia los cambios sustanciales que se están produciendo en la organización del trabajo y los conflictos que generan.

Pregunta. ¿El fordismo, la organización del trabajo surgida del sistema de producción en cadena creado por Henry Ford, ya no rige nuestras sociedades?

Respuesta. Los sindicatos se batían por reducir el número de horas y aumentar los salarios y, en menor medida, controlaban las condiciones de trabajo, pero no tocaban lo que pasaba dentro del trabajo. Un sistema que ha permitido el desarrollo de la sociedad de consumo, el crecimiento económico, pero que no ha tratado la cuestión de la existencia, de la respiración.

P. ¿Dónde respiraban?

R. Los trabajadores respiraban fuera del trabajo. Con el dinero se podía acceder al mundo, se podía entrar en una comunidad -la comunidad nacional-, un mundo -la civilización- y un espacio -el territorio del país-. Eran objetos de amor y conformaban la identidad.

P. Ahora ya no respiran...

R. La nueva organización del trabajo ha cambiado este relato y los suicidios son el grito desesperado de los trabajadores que sucumben. El Gobierno buscó una razón para los suicidios y los atribuyó a problemas personales. Para mí son un grito de revuelta ante una situación que nos desborda y de la que no podemos escapar; el suicidio abre una brecha para poder tomar el aire, es una cuchillada, como lo fue realmente en el caso de un trabajador de France Télécom que en medio de una reunión se clavó un cuchillo en el abdomen. El que se suicida nos convoca para ver lo que los demás no vemos. Nuestra civilización no es consciente de que está produciendo muertos vivientes, zombis.

P. ¿Se trata de una cuestión de productividad? ¿Cuál es el factor determinante de este cambio?

R. La evaluación individualizada de la productividad crea una división en el interior de la persona. El trabajador ha sido transformado en una especie de empleador de sí mismo. En algunos sectores, ciertamente, se le ha concedido un grado considerable de autonomía, e incluso se puede decir que es más libre. Pero lo que sucede es que una parte de sí mismo -el sujeto- va a emplear a la otra parte -el cuerpo- y le va a pedir una serie de cosas. Si los objetivos que se impone son muy elevados, el sujeto puede pedirle al cuerpo tal vez lo imposible y es así como el cuerpo va a trabajar, no sólo en la empresa, sino fuera de la empresa; por ejemplo, pidiendo al marido o a la esposa que le ayude; formándose a su propio coste. El trabajo ha desbordado completamente su esfera para invadir la esfera de lo privado. Incluso a los trabajadores se les regala material como ordenadores, teléfonos, etcétera.

P. ¿Para ayudarles a trabajar?

R. En realidad para ayudarles a transportar su trabajo fuera del espacio de su trabajo. Ahí es donde empieza el conflicto entre el sujeto que ordena y el cuerpo que obedece. El cuerpo pensante, que es flexible y ligero, no puede serlo más que manteniendo una cierta economía vital; si se le empuja demasiado lejos, es como una máquina a la que se le pide más de la cuenta y se rompe. En lugar de producir ligereza e invención produce pesadez

P. ¿De dónde viene esta contradicción?

R. De las nuevas técnicas de gestión empresarial. Se dijo que los trabajadores ya no tenían razones para sentirse enfrentados al capital; se dijo: hemos hecho del asalariado su propio patrón, ya no hay lucha de clases. Pero el capital -ahora en forma de capital financiero- y el trabajo siguen estando ahí y el conflicto se ha trasladado.

P. ¿Dónde se ha trasladado el conflicto?

R. Hemos trasladado el antagonismo social al interior del individuo. El conflicto social estaba regulado por las negociaciones entre la patronal y los sindicatos, por las reglamentaciones etcétera y por lo que antes definíamos como la comunidad nacional, la identidad..., pero ahora el conflicto está dentro del individuo, y este conflicto es el que lleva a explotar, el suicidio. Se puede hablar de acoso laboral, de jefes malvados, y es cierto, esto está ahí y hay que denunciarlo, pero no es eso lo que sucede dentro de este individuo que se suicida, no es el patrón, es él mismo. No hay manera de establecer una mediación entre uno y uno mismo.

P. ¿Cuál sería el sistema?

R. La cuestión fundamental es cómo se hace correr a la gente. Si usted sólo quiere simplemente trabajar, no le darán ese empleo. Por esto se busca sólo a jóvenes, a gente que cree en esa idea de que son ganadores y no perdedores y que están dispuestos a comprometerse en el éxito, que están por la acción; gente que quiere moverse... El movimiento es el elemento determinante. El segundo elemento es la polivalencia y la reestructuración, lo que supone sustituir la existencia. Pero esta misma regla permite que la empresa diga regularmente que no hacen suficiente. La gente corre para atrapar, no sólo el salario, no sólo el reconocimiento, corre por el simple hecho de correr. Cuando se corre se crea un hilo y si uno se para, el hilo se rompe. Correr es trazar una línea. Esta línea no existe. Sólo existe cuando se corre.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

No veo por ningún sitio que tiene de acertado el artículo, como no sea que se ha publicado en EL PAÍS y es un filosofo FRANCÉS, Ohlala, de origen ARGELINO del departamento de ECOLOGÍA humana, pues la verdad no me entero.
Con el currículo que tiene, apuesto que jamas ha trabajado en empresas del mundo real, opina de la misma manera que los curas sobre la vida marital, desde lejos, no sea que le toque algo.

Anónimo dijo...

Bueno, no sé si "acertado" es lo adecuado para el artículo-entrevista del señor Barkat, pero me parece pintiparado por una razón muy sencilla: estamos a punto de entrar en una dinámica en la que se va a estudiar profundamente el mercado de trabajo.
Lo que el señor Barkat quiere decir, creo, es que el trabajador está cambiando de actitud y es consciente de su responsabilidad como otra fuerza más de su empleador. Digamos que -según lo dicho en el artículo- el trabajador ya tiende a no delegar en nadie lo que sea reivindicativo al ser consciente de que esto ya no es la Revolución Industrial en la que todo estaba por ganar, ahora se trata de mantener.
Atte. Jesús Robles.

Anónimo 7 dijo...

A mi me parece acertadísimo, y sí trabajo en la empresa privada.
No he leído nada que exprese mejor esta situación.

Gracias por la entrevista.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Si le sacamos más jugo a este artículo creo que también se puede inferir algo jodidamente preocupante, se podría resumir en un "Patrón: explótame más, que no te voy a protestar".
Quizá estamos llegando al momento de inflexión en el juego de equilibrios que se da entre derechos a ultranza y realidad práctica. Los ideales por los que se movían los movimientos sindicales pueden (digo "pueden") haber llegado a la meta de sus objetivos. Es posible que sea éste el momento en el que soltar cuerda sea más racional que la exigencia a ultranza. Aquí lo más asqueroso (por decir algo) es que hay países donde no existen libertades ni derechos de trabajadores. Son economías como la China o India que están en plena pujanza y están dando forma a un modelo productivo donde los derechos laborales brillan por su ausencia. Y nosotros, en las Españas, estamos despertando del sueño eterno en el que nos habían recostado. Triste es reconocer que tras un sueño placentero venga la cruda realidad.
Saludos. Fdo.: Jesús Robles

Anónimo 7 dijo...

Es cierto. En el sistema actual, regido por la competencia, parece que todas las sociedades han de parecerse para competir en el mismo campo de juego, pero ¿hacia que igualdad vamos? Pues obviamente no son los Estados Unidos los que aumentan la calidad de vida, derechos de los trabajadores, etc para competir en el mismo campo que Europa, sino que es Europa la que piensa que hay que reducir estos derechos para jugar en el mismo campo que USA, China o India.
La cuestión fundamental es, ¿estamos preparados para ello? Creo que los hechos de los trabajadores de France Telecom demuestran que ese camino tiene un final desolador para el individuo o una sociedad enferma.
No sé si, como yo espero, puede llegar un punto en el se diga basta, en el que la gente sea consciente de que ese no es el camino, que se puede competir (si eso es lo que queremos) con otras reglas para todos, más sanas.
Por ahora, y hasta que ese momento llegue, yo lo intento por mi cuenta.
¿La opinión del bloguero? Nos (o me) interesa.
Un saludo.