lunes, 21 de diciembre de 2009

Pepe Calderón


Ahí tienen un nombre. Su eco demuestra que ha pasado a ser una marca. Es el destino que aguarda a quien se somete al escrutinio de los medios de comunicación, y a quien entra de lleno en la acción comunitaria. Se presta a que su nombre ruede, anónimo de la persona. Lo acaba de demostrar Casilda Ordoñez en el escrito que dejó preparado para ser leído en la inauguración de la escuela infantil que lleva su nombre: «Pensé que mi nombre cumpliría dos misiones contradictorias. Por una parte sería el identificador del genérico colegio, lo que los lingüistas llamarían una posición especificativa, y por otra parte, está destinado a vaciarse de mí, de mi ser, como se vacía un hueso de su médula, y a rodar, anónimo de mí, en boca de niños y padres. Y me pareció un hermoso y desinteresado destino».

El nombre de un palentino que labora en una acción benéfica, Pepe Calderón, rueda como sinónimo de un compromiso con los vecinos, en este caso, con quienes se encuentran en situación de desamparo a la falta de lo básico, el sustento del organismo.

Ocurre que la acción benéfica de la ONG que preside nuestro admirado vecino no puede ser comprendida como una acción destinada a dar alimentos, reducida a la mera alimentación fisiológica de quien lo precisa. Porque no leer que recibir alimento de alguien implica un signo de amor es desconocer el verdadero estatuto de la alimentación en los humanos, que trasciende a la mera necesidad para entroncarse con el deseo, como nos enseñan a diario gastrónomos o anoréxicas. Es ese signo de amor el que discurre invisible en la relación entre quien da y quien recibe. Se sabe, además, que la demanda siempre es intransitiva, no persigue un objeto, se sabe que lo pedido es de otra naturaleza a la cosa en sí, se pide otra cosa siempre que se pide algo.

El 'hermoso y desinteresado destino' de prestar el nombre para una acción, supone un gran ejercicio, es tanto como aceptar desdoblarse, entre el nombre y el hombre, entre el nombre y lo que los otros pueden hacer con él, sin excluir lo peor, la injuria, el insulto, el descrédito, afición de la peña muy querida por estos lares.

Pero nada de eso ha de importar a los buenos vecinos, a los mejores, prestar el nombre para todos los equívocos posibles.

El ejemplo de Pepe Calderón y su obra en nuestra ciudad debería alentar a los más jovenes a dar el paso, acudir a la busca y captura de un 'hermoso y desinteresado destino', y guardar la Wii.

Publicado en DIARIO PALENTINO, el jueves 17 de diciembre de 2009.

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