miércoles, 18 de noviembre de 2009

Las cosas como eran


Los recuerdos infantiles pueden ser motivo tanto de placer como de malestar.

El libro de la palentina Esperanza Ortega es un chollo para quien desee recuperar los recuerdos de la infancia. ¿Y por qué se iban a perder? Pues ciertamente eso es lo soprendente, encontramos muchas personas que no recuerdan nada o casi nada de su infancia. Dicen que han tenido una infancia muy muy feliz pero que no recuerdan prácticamente nada sustancial.

La escritora y poeta palentina construye un relato apoyándose en los objetos de su 'Unwelt' y los escenarios de su familia, de su colegio, del viejo Insti Jorge Manrique. Recuerda a través de los objetos, de los olores y los colores, y así organiza el texto. No es mala puerta de entrada. Hay otras. Pero sobre todo escribe. Escribir, confiesa, le ayudó a ir evocando. En el libro de única tirada que llevamos dentro de nosotros -y afuera-, en ese libro que llamamos nuestro inconsciente, tenemos escrito cada uno de nosotros ese texto de los recuerdos de nuestra infancia. Algunos lo llevan cerrado con siete llaves, que además han tirado y no encuentran, y primero entonces hay que buscar las contraseñas. Otros siempre quieren abrir el libro por el mismo capítulo haciéndonos creer que el libro sólo dispone de esa referencia. Están también quienes nunca leerán los capítulos en los que no salen demasiado bien parados: tienen sus mejores razones para ello. También están los recuerdos/pantalla, esos que impiden ver lo que hay justamente detrás de su velo.

Cuando Esperanza Ortega narra episodios de su infancia no parece cortarse. Al menos a mí me parece genial alguno de ellos, especialmente los que significativamente pueden leerse como pistas claras de sus modos de goce más íntimos. Es una escritora -al margen de su técnica literaria que parece exquisita-, que escribe con las tripas, no adorna. Eso la hace creíble. Cualquier estudiante del viejo Insti recordará sus referencias a profesores -desfilan Don Zacarías, don Simón Mediavilla, don Prudencio, don Eduardo-, y cualquier amante del cine se reconocerá en su papel de espectador de las butacas del desaparecido Proyecciones o del Castilla o del Ortega, -cine que fue propiedad de su padre, el también escritor Teófilo Ortega-. De suerte, que estamos ante un libro en el que se reconocerán muchos palentinos, acierto de la palentina editorial 'menoscuarto'. Un libro que sólo podía regalarme un amigo: el mejor memorialista de lo palentino.


Publicado en DIARIO PALENTINO, jueves 19 de noviembre de 2009

No hay comentarios: