viernes, 25 de septiembre de 2009

Llevar la contraria

“Cuando todos van hacia el desborde, ninguno parece ir allí. El que se detiene hace notar el arrebato de los demás, como un punto fijo”. Esta idea de Pascal referida el otro día por Jacques-Alain Miller a modo de brújula de su acción me ha hecho pensar en la figura de llevar la contraria, tan denostada.

Ciertamente se sabe que nos orientamos por el deseo ajeno hasta el punto de que sirve para fijar nuestra posición. Llevar la contraria es así un ejercicio de clarificación. Un mal uso desde luego sería cuando se lleva la contraria por el mero hecho de llevarla, es decir, por fastidiar al otro. Así, nunca es productivo, ni sirve de guía para nadie.

La temática del héroe es precisamente esa. Va contracorriente y dice ¡no!, ¡no pasarán! Su lucha sólo es captada 'a posteriori', y aunque socialmente es muy valorado, no cabe duda de que su posición subjetiva debe ser leída en su particular modo de responder a la demandas de los demás, en especial del Otro. Entonces si el héroe tiene su Otro, cuando lleva la contraria, tiene un fiel destinatario, aunque mejor que piense que no es él mismo, para beneficio de la sociedad.

Mientras, en la vida privada, convivir con alguien que hace de llevar la contraria su santo y seña es agotador. La queja de los allegados es que han probado a hacerle ver sus contradicciones, pero ni aún así han logrado que una y otra vez aparezca con su pasión, e incluso discutirle alimenta aún más su operación.

Otra cosa es la política. A veces se precisa de un político que se enfrente a la opinión pública sin miedo. Que no se asuste de su acto, independientemente de las consecuencias electorales. Esperamos los vecinos que aparezcan de ciento en vientoesos puntos fijos en que pueden convertirse los políticos que llevan la contraria.

En la vida profesional, optar por una causa implica una ética irreductible, y navegar a la contra no es sino el designio diario, y una lucha férrea, por momentos extenuante. Pero ir al desborde, -como recuerda Miller en la referencia pascaliana-, no es tampoco muy ilusionante.

¿O es que eliminar, sin interrogar, los pensamientos negativos de la gente no es enviarles a la catástrofe, tanto como modificar su conducta sin conocer la causa que la ha producido? Por ejemplo.

Publicado en DIARIO PALENTINO, jueves día 24 de septiembre de 2009.

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