martes, 28 de julio de 2009

Exhibirse

Hay algo muy humano en la exhibición. La imperiosa necesidad de transitar por ese desfiladero alguna vez en la vida, lo inevitable de mostrarse en alguna ocasión, de exhibirse ante unos espectadores que juzgan, que miran, nos da a cada uno una idea de lo que es exhibirse.

 En su evolución su señoría el 'niño-centro' se topa tarde o temprano con esta figura de la exhibición, saca gusto y trata de repetir sus exhibiciones. La mirada del Otro avergonzando suele poner freno. Pero algunos ya se engancharon y no van a parar. Ostentación, pavoneo, gusto por deslumbrar, el exhibicionista despliega sus números ante un público cambiante, y ante un espectador fiel: él mismo. En la política, y en el deporte pululan con descaro estos tipos, y en la pasarela empresarial del potentado de turno, y hasta en la mediocridad oscura, para tormento de sus allegados.

Se sabe que el exhibicionista es un gran trabajador, da a ver, y busca la vergüenza en su semejante. Como currante, cuando se coloca en la puerta del colegio adolescente y se muestra desnudo, curra a destajo para ofrecer un objeto que logre turbar, perturbar, pero en nuestra época no es fácil conseguir asustar, nuestros adolescentes ya están curados de espanto.

Frente al consumado actor obsesivo que actúa como si ya estuviera muerto, el exhibicionista no precisa de juegos donde se pone a resguardo de la muerte, y no es invulnerable ni trata de dominar a los demás, pero también su juego precisa de un Otro, convidado de piedra al espectáculo. Incluso él mismo es sólo un espectador que desconoce el significado de lo que hace y el lugar desde donde ve todo el circo que monta.

Revelando al público lo que supuestamente no tiene, avergonzando por lo que falta es como el exhibicionista obtiene su cuota de placer en la empresa exhibicionista.

El exhibicionista clásico se presentaba en la puerta de un colegio y se abría el pantalón y buscaba la vergüenza en el rostro del otro, normalmente una niña, y cuando lo obtenía, se marchaba pitando.

El exhibicionista de nuestra época acude a los platós de TV y nos muestra a todos sus vergüenzas.

Algo ha cambiado. Personalmente me quedo con el clásico. Se arriesgaba más al trompazo directo. El famoso televisivo, el deportista altivo, el político con micrófono, el tertuliano de moda se esconden mientras se exhiben.


Publicado en DIARIO PALENTINO, el jueves 30 de julio de 2009.

1 comentario:

Anónimo dijo...

cosasdelacorte.blogspot.com. Sr aduriz otro blog mas en palencia, que como el suyo tiene su interes.