miércoles, 28 de enero de 2009

POETAS PALENTINOS


 

El jueves pasado escuchamos a varios poetas palentinos. Poetas leyendo poemas, y narrando. Y la sala llena. Era un homenaje al poeta Carlos Urueña, vecino ilustrado, escritor galardonado y símbolo, junto a alguno de los que allí hablaron, de una época de nuestra ciudad, de un esfuerzo de poesía, de gentes ilustradas que han navegado entre aguas turbulentas.

José María Fernández Nieto, Marcelino García Velasco, Enriqueta Palacios, Julián Alonso, Sari Fernández Perandones, Luis Antonio Gutiérrez y Carmen Arroyo dieron una lección, al menos a mí. Una clase gratuita y generosa donde la evocación a un mundo de significantes abría las puertas a la ensoñación de cada uno.

Cuando Lacan escribe que el deseo es el deseo del Otro, muestra que nos enganchamos a los deseos de los otros, y en especial al deseo de un Otro especial, de aquel a quien otorgamos una posición de saber.

Y los significantes Rocamador, Astrolabio, El Saloncillo, que son conocidos de referencias por muchos de nosotros, constituyen, según pude ver el eco de una acción colectiva, que trasciende al individualismo, y que nos hace pensar en la necesidad del poeta de hacer lazo social con sus pares, tanto como encerrarse a escuchar.

No pude por menos de pensar, según iba escuchando a los poetas palentinos, en las similitudes entre la poesía y una sesión de psicoanálisis. Luego, en casa, leí algunos párrafos del curso universitario parisino de Jacques Alain Miller, cuando en marzo de 2003, decía que los poetas son quienes han advertido del desencanto del mundo, de un mundo en donde no cabe mucho la poesía, desbordados por la intromisión paulatina en la modernidad moderna del mundo de la utilidad, del utilitarismo. Y  enseñaba en ese curso que “una sesión de análisis es siempre un esfuerzo de poesía, una playa de poesía, que el sujeto se procura en su existencia, la suya, gobernada por la utilidad directa. La poesía que acontece bajo la forma de una sesión de análisis quiere decir que yo no me preocupo de la exactitud, de la conformidad de lo que digo o de lo que quiero transmitir. La sesión de análisis es un lugar donde el sujeto puede descuidar la búsqueda de lo que es común y concentrarse sobre lo que le es propio y sólo le ocurre a él”. Los poetas palentinos a quienes escuché dieron muestra de esa búsqueda desesperada de lo singular de Urueña, de lo singular de su relación particular con él, de lo singular de su recorrido, de lo singular del duelo que habían tenido que elaborar ante la pérdida de uno de los suyos y de lo que hay que saber hacer bien en todo duelo, cómo han despejado la incógnita acerca de la pregunta por lo singular de lo que ellos fueron para el homenajeado, la falta que eran para él, el hueco que él veía en cada uno de ellos, y por donde se colaba a menudo. 

Este homenaje, iniciativa del Club de Amigos de Alemania, cuyo presidente, el historiador palentino Julián García Torrellas puede sentirse satisfecho, pone la piedra del agradecimiento en el camino de un poeta palentino que ya no está, pero que según escuché merece ser conocido por los jóvenes.

En el homenaje a Urueña de los poetas palentinos no había jóvenes. No había jóvenes de edad biológica joven, me refiero, porque jóvenes de deseo joven había, a juzgar por lo que escuchamos. Y como al día siguiente tenía que acudir a un coloquio de psicoanalistas donde los jóvenes iban a tomar la palabra, me fui de nuevo a Gamoneda, el poeta, y la línea final de Descripción de la mentira, “¿Qué hora es ésta, qué yerba crece en nuestra juventud?”

Artículo de DIARIO PALENTINO. Columna VECINOS ILUSTRADOS, a publicar el 29 de enero de 2009.


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