jueves, 3 de enero de 2008

Palencia y su futuro


Que el futuro de Palencia pasa por Palencia es seguro. Podremos calcular eso sí, con los datos del presente, qué tipo de futuro es el que va a pasar por aquí. Y si va a ser mejor o similar al de nuestros vecinos ‘pucelanos’. Viene esto a cuento del artículo del lunes firmado por Tomás Martín, que tituló “¿El futuro pasa por aquí?

La frase de un procurador palentino de las Cortes castellanas daba el epicentro del asunto: «Dada la proximidad existente, debemos asumir el influjo de Valladolid, una ciudad con cuatrocientos mil habitantes, en el futuro de Palencia». Bueno, podemos entrar desde muchos ángulos a debatir. Tomás Martín decía también en su columna que se echa de menos el debate público. Podemos empezar a subsanarlo.

Porque debate privado hemos escuchado mucho, en la conversación de los vecinos late la preocupación por lo que nos espera, y hay opiniones en general muy derrotistas. Es imposible separar opinión de subjetividad. Detrás de cada enunciado se siente la enunciación. Y si el vecino está enfadado, le va mal, está triste o es pesimista, todo ello va en el producto final de lo que opina.

Veamos. Uno. La queja acerca de la edad de la población. Se iguala envejecimiento a falta de futuro. ¿Por qué? Más bien es el efecto de la ciencia que permite una nueva calidad de vida y una nueva perspectiva de existencia, única en la historia de la humanidad, que nos permite contemplar vecinos ilustrados de noventa años.

Dos. La falta de población: nunca antes en la historia había vivido tanta gente en nuestra ciudad. Y el último censo poblacional de nuestra provincia nos indica que no se ha perdido población.

Tres. La ausencia de industrias: nunca tuvimos industria, y además, la tienen nuestros vecinos, que están a veinte minutos de ‘metro’.

Cuatro: nuestros políticos. Variable extraña. Porque no es fácil deducir que un gran político pueda él sólo variar un rumbo histórico sin contar con la materia prima, las gentes y los vecinos. Podemos discutir si los partidos y las asociaciones ciudadanas tienen buenos cuadros o de si hay participación. Pero el ciudadano de a pie no puede quejarse de que el ciudadano de a pie no participa en la cosa pública. Participemos.

Quinto: la escasa motivación y deseo. Aquí si que nos jugamos todo. Independientemente de cuántos seamos, de la edad que tengamos, de la poca o mucha industria que nos rodee, y de la calidad de nuestros representantes políticos, si funcionamos sin deseo, si nos instalamos en la rutina, si no apoyamos las iniciativas y a los emprendedores, si nos inunda lo peor como tantas veces –la envidia me decía un gran político, hace días, se hace presente en demasiadas ocasiones en nuestro entorno como para que lo neguemos–, la absurda rivalidad imaginaria entre grupos políticos y sociales, el culto a la personalidad, la falta de autocrítica, el desprecio por la reflexión intelectual, la apuesta por no hacer y por impedir que nadie haga nada, si lo peor, hace acto de presencia, el desánimo y la falta de deseo invitará a que cada quien, como Rousseau, cultive su jardín.

Para empezar 2008, nos acabamos de desear felicidad. Habría que desear más optimismo para el vecino ilustrado cotidiano. El futuro de Palencia, sea el que sea, tendrá como protagonistas a quienes amamos esta tierra, y además será como siempre a lo largo de nuestra historia, acorde a nuestros deseos.

Futuro incierto, para el autor de “La Tronera”, futuro cierto para mí, pues el futuro de Palencia pasará por Palencia seguro. Sea el que sea. Porque a lo mejor no es necesario que consideremos futuro a la acumulación de objetos ni al despliegue del brillo de las riquezas. Como Alcibíades, veremos dónde colocamos lo agalmático. Y no está claro cómo va a ser el trabajo del futuro y la parte que en él tomarán las nuevas teconologías, que de momento nos enseñan una nueva deslocalización. Y habrá que inventar algo para mantenernos en el agalma de Sócrates y no en el sicut palea de Tomás de Aquino al final de sus días al referirse a su obra.

Tomás Martín, gran articulista, vecino ilustrado, colega de este rotativo, estará de acuerdo conmigo en que tras Wittgenstein podemos hacer juegos de lenguaje con todo enunciado, y tras Gödel podemos usar la lógica del no-todo. Y al enunciado del procurador, «dada la proximidad existente, debemos asumir el influjo de Valladolid, una ciudad con cuatrocientos mil habitantes, en el futuro de Palencia», podemos oponer que dada la proximidad existente, no todo progreso de la ciudad del Pisuerga va a ser negativo para la vieja Pallantia.


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