viernes, 27 de julio de 2007

Carril


VECINOS ILUSTRADOS
Carril

Cuando el viajero se sienta a contemplar el mar, la ría de Arousa, desde el bar-colmado de O Loxe Moreiro, en Carril, sabe que si París no se acaba nunca y Venecia es sinónimo de pensamiento decadente y bello, el atardecer gallego es una ola apacible, o como diría el escritor, la viva sensación de que siempre se ha estado en Galicia, Sempre en Galiza.

Reconozco que hay que tomarse con humor gallego las enrevesadas carreteras, en especial si se quiere seguir el itinerario de Valle Inclán, gallego de Vilanova, pareciéndonos un remedo de su viaje en diligencia a Madrid de finales del XIX. Don Ramón tenía razón al ilustrarnos mediante el esperpento, Lo dice uno de sus personajes de Luces de Bohemia: «Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento». Sólo el humor puede ayudarnos a soportar el peso de los ideales.

Con el humor con el que ellos se toman casi todo, únicamente les vi sombríos cuando los incendios del verano pasado, como lo estábamos todos. Al decir de Manuel Rivas, el poeta del momento, «el humor es una defensa y una clave también para entender el carácter gallego, que es irónico, inteligente y dobla el sentido del lenguaje». Ese carácter gallego impregna también el paisaje, pues, repleto de idas y venidas, subidas y bajadas, de desdoblamientos.

Porto Meloso en O Grove y Porto Xufre en la Illa de Arousa, son nombres de ese diccionario gallego de la ironía, pues no son enclaves para sufrir de amores sino donde abundan los Fruits de Mer, uno de los enganches decisivos del atractivo de Galicia.

Si Carril sintetiza la Galicia sosegada y constante, el enigma, el misterio, otro paradigma gallego, lo encontramos en el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago. Hay que ir y fijarse en el profeta Daniel, sobre todo si se ha leído antes la novela de Rivas, El lápiz del carpintero: «…el zócalo del Pórtico de la Gloria estaba poblado de monstruos, con garras y picos de rapiñas, y cuando oyeron eso todos callaron, un silencio que los delató…Y por fin se decidió a hablar del profeta Daniel. De él se dice que es el único que sonríe con descaro en el Pórtico de la Gloria, una maravilla del arte, un enigma para los expertos».

La sonrisa para pensar, como hay que pensarse todo lo que escribe el genial poeta gallego que es Manuel Rivas, -aún recuerdo su mágica exposición en Palencia hace unos meses y la narración que hizo del episodio del futbolín-, por ejemplo su extraordinaria y bella definición de tejido social, que denomina en la novela, realidad inteligente: «Todos soltamos un hilo, como los gusanos de seda. Roemos y nos disputamos las hojas de morera pero ese hilo, si se entrecruza con otros, si se entrelaza, puede hacer un hermoso tapiz, una tela inolvidable».

A Galicia hay que ir, como hay que ir a San Andrés de Teixido: o vas de muerto o vas de vivo.

Desde luego, sempre en galiza. No sé si, como le leí a Esquete, gallego en Palencia, la mejor playa es una buena taberna. Ahora bien, si París no se acaba nunca, si Ampudia es un viaje al pasado, y si Venecia constituye el mejor encuentro con la belleza decadente, desde luego no hay duda, para mí, de que Carril, es decir O Loxe Moreiro, bar-colmado, constituye la mejor definición de que siempre se ha estado en Galicia, nunca mejor expresada que por el libro de Castelao, Siempre en Galicia.

No hay comentarios: