jueves, 8 de marzo de 2007

Mujeres ilustradas



“Si la mujer tuviera verdadera ilustración…” fue el aserto de Sofía Tartilán, la palentina del siglo XIX partidaria de la educación popular y que viviera en la calle de los Pastores. Al celebrar hoy, 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer, y conmemorar la lucha de las mujeres por la igualdad, hemos de unir mujeres e ilustración en un binomio que da la explicación al resto de ingredientes.

Es de obligada lectura el texto editado por Cálamo y el Ayuntamiento de Palencia en 2002 titulado Mujeres palentinas en la historia. La compilación de María Jesús Dueñas Cepeda nos introduce en la historia de esa lucha por la igualdad. Y así, en el capítulo dedicado a Sofía Tartilán, es Carmen García Colmenares quien tiene el acierto de plasmar en una frase lo que para mí constituye la esencia de todo el asunto: “La invisibilidad de las mujeres es una constante a lo largo de la historia”. Cuando tengo ocasión de conversar con niñas superdotadas sigo constatando muy bien, aún hoy, esta invisibilidad. La contribución de tantas y tantas mujeres a mostrar los impasses a que conducen ciertas lógicas masculinas en relación a las mujeres, ha hecho ver sujetos, allí donde el deseo masculino pretende sólo objetos. Anulada la subjetividad, como buscan los conductistas y positivistas de toda clase y condición, el horizonte es oscuro.

Una mujer, la pensadora María Zambrano, en Hacia un saber sobre el alma, señala, al estudiar la relación entre Lou Andreas Salomé y a Nietzsche, definió el “hecho trágico que casi siempre es el encuentro entre un hombre –‘humano demasiado humano’– y una mujer”. Para, al final, afirmar que “si es algo la mujer en la vida de un hombre como Nietzsche –quizá, de todo hombre– es creadora de orden”. Y orden, lo escribe con cursiva. Muchas mujeres suscribirán esto porque se han visto conducidas desde el principio de su relación con los hombres a ocupar ese lugar, no sólo en la vida privada sino en la vida de la ciudad. Al igual que la niña y la madre, cuando hay estrago, nunca acaban de separarse, o dicho de otro modo, es la larga historia de una separación siempre postergada, es también el encuentro y el desencuentro entre hombres y mujeres, bajo las diversas formas que toma en cada época del desarrollo vital, es también la larga historia de las pasiones frente a las luces.

De entre los sort studies que conozco, destaco el trabajo de oponer feminismo y contractualismo que desarrolla Pateman, una autora experta en deconstruir a los teóricos de la teoría del contrato, y con la vista puesta en los más afilados críticos como Hegel. Me ha interesado su anti- academicismo, pues la verdad no espero mucho del discurso universitario tan interesado como está en dar la espalda a la ciudad y enfrascarse en sus circuitos endogámicos. Por eso este relato de Carole Pateman titulado El contrato sexual introduce la cuestión en el campo de la esfera privada en un recorrido a lo Foucault que sitúa la cuestión en una perspectiva diferente. Y muy sugerente cuando se acerca a leer el trasfondo de la respuesta feminista a la diferencia de los sexos. De hecho, a mi juicio, el más sugerente asunto de la discusión entre hombres y mujeres se encuentra en no confundir, u oponer, la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, al borramiento de las diferencias sexuales, pues sin ‘diferencias’ no hay deseo de encuentro entre los sexos. Y sin deseo, no hay ‘conversación’ posible, sino desencuentro permanente, alejamiento progresivo unas de otros. Sería como esas parejas cuya forma de funcionar como tal a lo largo de los años, para asombro de propios y extraños, es el disfuncionamiento perpetuo.

Ante un 8 de marzo y lo que representa, el esfuerzo a realizar es seguir explorando el contraste entre el devenir histórico, y la actualidad cotidiana, para ganar adeptos en la causa de las mujeres, que es la causa de quienes perseguimos el encuentro con una ciudad ilustrada.

©DIARIO PALENTINO, PUBLICADO EL 8 DE MARZO DE 2007.

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